YO, LA SABIDURÍA


SERIE DE SERMONES SOBRE PROVERBIOS “SAPIENTIA II” 

TEXTO BÍBLICO: PROVERBIOS 8:12-21 

INTRODUCCIÓN 

       Muchas personas confunden sabiduría con astucia. Creen que la auténtica sabiduría reside en engañar a los demás sin que estos lleguen a percatarse. Piensan que ser sabio conduce a ser los más listos, en el sentido más peyorativo del término, a ser los más arteros en cualquier trato propuesto o en cualquier apuesta de riesgo. Empleando los sinuosos vericuetos de leyes correosas y enrevesadas, utilizando atajos legales para llegar antes que el resto al pastel, o aprovechándose de lagunas normativas, muchos hacen su agosto a costa del resto, sobre todo a costa de los que procuran ser honrados y honestos.  

      Otros afirman ser sabios, pero únicamente en su propia opinión y visión de las cosas. Son personas entendidas en desdeñar otras cosmovisiones, en irrespetar las diversas perspectivas sobre un tema en concreto, y en echar por tierra cualquier atisbo de contradicción dirigida contra sus postulados. Su supuesta sabiduría ha de ser impuesta por la fuerza de la obstinación, y logran desprestigiar la verdad cueste lo que cueste. Y a base de machacones y vehementes argumentos de dudosa verificación, se van haciendo hueco en las ignorantes e ingenuas mentes de muchos. 

      La picardía haya aquí también su cuota de pantalla, puesto que, aunque todo el mundo sepa que has engañado pérfidamente a otros, muchos aplaudirán este gesto de picaresca. Desde luego, en muchos de los casos, estos pícaros “made in Spain,” suelen auparse sin escrúpulos a las cotas más altas del poder económico, político y social. En lugar de denunciar sus actuaciones maliciosas, se alaba a aquel que haya medrado con ciertas dosis de inteligencia y saber hacer. Es triste ver cómo el término sabiduría se ha devaluado con cada sociedad y con cada nueva época histórica.  

     Antes el sabio era aquel que, desde la verdad y la amplia experiencia de vida, te aconsejaba para que cualquier tema o problemática fuese abordado desde la decencia, la ética personal intachable y la honorabilidad. Hoy el sabio es el que tira el anzuelo de la falsedad y de la demagogia para pescar el máximo número de incautos ejemplares humanos. Podríamos decir que la sabiduría ha sido intercambiada por la astucia, la picaresca y la listeza, provocando que, a causa del mimetismo social, prácticamente una gran mayoría de personas persiga ser más vivo y avispado que el resto, a fin de conseguir velar únicamente por sus intereses. 

1. DOMICILIO Y COMPAÑIAS DE DOÑA SABIDURÍA 

      La sabiduría habla, en el pasaje bíblico que hoy nos ocupa, sobre su esencia e identidad. A diferencia de las artimañas de la picaresca, la sabiduría tiene voz propia. Por medio de esta voz puede hacerse oír a lo largo de los siglos, e indicar a todo aquel que desea emparentarse con ella, que ella dista muchísimo de ser modificada y adaptada por seres humanos que simplemente son oportunistas que emplean el relativismo para reescribir lo que es la genuina sabiduría. Como ya vimos en el sermón anterior, la sabiduría se convierte en una persona que desea comunicarse con el mortal, con el claro objetivo de señalar convenientemente quién es y cuál es el propósito central de su existencia:«Yo, la Sabiduría, habito con la cordura y tengo la ciencia de los consejos. El temor de Jehová es aborrecer el mal: yo aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa.” (vv. 12-13) 

      Nadie puede hablar mejor y con más propiedad sobre uno mismo, que uno mismo, por mucho que digan otros sobre nosotros. Solamente el individuo puede y debe decidir qué decir sobre uno mismo. Aunque los psicólogos o psicoterapeutas quieran conocer las interioridades del alma individual, las causas que han llevado a alguien a ser cómo es, o los traumas que han modificado el estilo de vida de una persona, lo cierto es que, aun sabiendo que nunca llegamos a conocernos plenamente, sabremos más de nuestras honduras espirituales y mentales que otras personas.  

      Nadie, por tanto, puede describir mejor los intereses y las motivaciones de la Sabiduría, que la propia Sabiduría. Por ello, comienza su discurso con un “yo” rotundo, lleno de energía y determinación, estable en la realidad y capaz de explicar cada una de las implicaciones que se derivan de unirse a ella. Es Doña Sabiduría. La Sabiduría con mayúsculas inevitablemente nos ofrece la oportunidad de contemplarla como un ente vivo, con el que podemos relacionarnos personalmente, y con el que tenemos ocasión de entablar un pacto reverente e inquebrantable que durará por largos días. 

      ¿Cuál es el domicilio de Doña Sabiduría? Ya lo dice ella claramente. Su morada está en la misma calle de la cordura, de la aplicación sensata de la razón, y de la búsqueda de la reflexión meditada. Se halla lejos de ese barrio del desenfreno, de la locura y de la sinrazón. Sus puertas se abren de par en par con el objetivo de dar a conocer sus labores y su profesión. No se dedica a diseminar el caos o la discordia, ni tiene juntas con la malicia y la astucia egoísta, sino que su dedicación se detalla en aconsejar bien a todos aquellos que acuden a su hogar. No son muchos los que recorren las empedradas callejuelas del barrio de la prudencia, y pocas son las visitas que recibe Doña Sabiduría.  

      Si tuviera que hacer un cálculo aproximado sobre quiénes suelen presentarse bajo el dintel de la entrada de su habitación, un gran porcentaje serían personas desesperadas que, en primer término, escogieron penosamente transitar por las amplias avenidas del barrio de la locura, y que ahora, presas de aprietos terribles, optan al fin por llamar a su timbre. Pocos son los que recurren inmediatamente para recibir sus consejos y advertencias desde el primer instante crítico de sus preocupaciones. 

     Hermanada con el temor de Dios, esto es, la obediencia a sus mandamientos, abomina al igual que éste cualquier compañía malvada o que tenga cualquier clase de relación con tendencias pecaminosas. De hecho, Doña Sabiduría usa la palabra “aborrecimiento” para clarificar desde el primer minuto que nunca tendrá contubernios ni alianzas con personas orgullosas y altivas que miran al resto de sus semejantes desde las torres de su presunción, con individuos prepotentes y altaneros que se sienten superiores al resto de mortales, basándose en la falsa creencia de que merece mayores privilegios o concesiones que los demás, con personas cuyos pies recorren una y otra vez los bulevares de la vanidad, del escarnio ajeno y de la violencia, y con bocazas que no se privan del deleite oscuro y traicionero de maldecir, difamar y criticar aviesamente a sus convecinos. Nunca veremos a Doña Sabiduría codearse con estos infames elementos humanos, los cuales solamente persiguen provocar la anarquía en el seno de las sociedades y de las instituciones. En su pureza y santidad, Doña Sabiduría se aleja y aparta de estas conductas horrendas, y las detesta más que a nada en el mundo. 

2. DOÑA SABIDURÍA, LA PODEROSA 

       Doña Sabiduría es más poderosa de lo que mucha gente piensa. Y, a pesar de que muchas personas que se hallan sentados en sus poltronas y escaños, en sus cátedras y tronos, nada quieren saber de ella, ésta siempre insiste en ser agasajada por los poderosos y los gobernantes, si el pueblo desea ser guiado hacia el bienestar y la felicidad: “Conmigo están el consejo y el buen juicio. Yo soy la inteligencia, y mío es el poder. Por mí reinan los reyes, y los príncipes ejercen la justicia. Por mí dominan los príncipes, y los gobernadores juzgan la tierra.” (vv. 14-16)  

      Cuando leo estos versículos, viene al instante a mi mente la idea platónica del sistema político ideal, el cual persigue la armonía y la satisfacción de todos los ciudadanos. Platón diseña un utópico orden público dividido en tres clases de personas que lo integran: los artesanos que surtían de todo lo necesario a la ciudad con su trabajo, los guerreros que velaban por el orden y la seguridad, y los gobernantes que tenían a su cargo saber aplicar el bien y la justicia entre sus convecinos. Doña Sabiduría, amiga y hermana del consejo y del buen juicio, es poderosa en tanto en cuanto rige las mentes y las decisiones de aquellos que deben ocuparse del óptimo funcionamiento de la sociedad civil.  

     El auténtico poder es aquel que surge de la capacidad mental que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. En otras palabras, un gobierno que no quiere escuchar las palabras de sensatez, sentido común y previsión razonada, se convierte en una dictadura presa del capricho y de la concupiscencia. Si se fía todo a los deleites y placeres del gobernante de turno, o si se supedita todo a los instintos voraces y salvajes del alma humana, tal gobierno acaba decayendo en su ascendencia sobre el pueblo, y entra en barrena, desapareciendo entre el clamor popular de sed de justicia y bienestar.  

      Así lo hemos ido viendo en cada régimen tiránico que ha existido sobre la faz de la tierra. Cuando la injusticia y la insolencia sustituyen a la sabiduría o al temor de Dios, toda la estructura socio-política se desmorona, y es necesario colocar a otra figura que amerite la confianza de la nación a causa de su trayectoria dirigida por la inteligencia, la coherencia y la sensatez. Los reinos, los jueces del pueblo, los pastores de la humanidad, y los gobernadores necesitan sabiduría para ser justos con sus súbditos y ciudadanos. Sin Doña Sabiduría ninguno de aquellos que son elegidos, o incluso impuestos, como dirigentes de una nación, prosperarán y hallarán el favor de sus semejantes. 

3. AMIGOS DE DOÑA SABIDURÍA 

      La cercanía y la disponibilidad que demuestra Doña Sabiduría es pasmosa. Siempre está al alcance de un deseo: “Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan. Las riquezas y el honor me acompañan; los bienes permanentes y la justicia. Mejor es mi fruto que el oro, que el oro refinado; y mis beneficios mejores que la plata pura.” (vv. 17-19) Doña Sabiduría cuida de aquellos que procuran su amistad de forma sincera. Cada uno de sus consejos o directivas son manifestaciones de su amor y de su afecto para aquellos que deciden cumplir con ellos de forma práctica y real. A veces, sus consejos pueden parecer a aquellos que la aman, que son duros, difíciles de aceptar o complicados en su puesta en acción, pero nunca dejan de ser la expresión de su amor hacia los que se acogen a su ternura.  

      Si acudimos a ella desde el primer momento, sin haber recurrido antes a otras técnicas inútiles e infértiles para tratar de resolver nuestras cuitas, ella regala de sus dones de discernimiento y entendimiento de forma instantánea e inmediata. Si atendemos fielmente a su asesoramiento, nada habrá de faltarnos, y todo podremos ganar con su auxilio. Si nos plegamos a sus instrucciones y las vivimos coherentemente, nuestro honor hablará por nosotros cuando sea necesario recurrir a nuestro buen nombre. Si nos dejamos llevar de su mano, toda clase de beneficios espirituales serán derramados en proporciones inimaginables sobre nuestro ser, y la justicia se convertirá en nuestra mejor aliada. 

      Los resultados de cobijarnos bajo la protección e influencia de Doña Sabiduría son sumamente beneficiosos. Nada que podamos considerar valioso en términos materiales se puede comparar con las ventajas espirituales y morales que ofrece seguir los dictados del temor de Dios. Como ya dijimos anteriormente, el ser humano suele exprimir sus meninges en orden a conseguir sus intereses hedonistas y patrimoniales. La ambición es la que regula el tipo de inteligencia que se debe implicar en la consecución de objetivos terrenales. En términos eternos, sabemos el valor que tienen las riquezas, la posición social o la proyección pública. No son más que basura y ceniza al lado de los imponentes tesoros que encontraremos en la parcela celestial.  

       Por ello, en lugar de utilizar la inteligencia para pisotear al prójimo, para respaldar una imagen completamente falsa de quiénes somos, o para construir un castillo de naipes fruto de la vanidad, hagamos caso de las palabras que, siglos más tarde, diría Jesús: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan, porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:19-21)  

      Esta enseñanza se incardina a la perfección con las palabras de Doña Sabiduría: “Por vereda de justicia guiaré, por en medio de sendas de juicio, para hacer que los que me aman tengan su heredad y que yo llene sus tesoros.” (vv. 20-21) No cabe duda de que, en términos prácticos, tener a Doña Sabiduría de nuestra parte nos deparará un futuro más halagüeño y gozoso, que el que dispone derrochar la inteligencia en cosas vanas, perniciosas y perversas. Aquellos que deseamos con todas nuestras fuerzas servir a Dios según los caminos de la sabiduría tenemos la promesa maravillosa de una eternidad en la que las mejores joyas serán aquellas incorruptibles, inmarcesibles e incontaminadas que Cristo nos tiene guardadas en los depósitos celestiales. 

CONCLUSIÓN 

      Doña Sabiduría te abre sus brazos de par en par para acogerte como amiga y confidente. Te los abre cuando en tu trabajo contemples cómo otras personas, sin valores ni principios, tiran de astucia para ser promovidos y para recibir los parabienes de sus superiores. Te los abre cuando constatas el favoritismo que determinados profesores o gestores de la educación pública tienen hacia compañeros que pertenecen a familias influyentes de la población. Te los abre cuando observas impertérrito cómo los que dirigen los destinos de tu país se llenan la boca de mentiras, los bolsillos de sobres de dinero B, y las almas de convenientes pactos y alianzas con tenebrosas e influyentes personalidades ocultas en la sombra. Te los abre cuando comienzas a pensar en ser como esta clase de personas, cuando la envidia te corroe y cuando compruebas que ser buena persona no te da el rédito material esperado. Te abre sus brazos para que la ames, y desprecies, como ella hace, aquellas actuaciones antisociales, ladinas y abyectas que están en connivencia con las argucias y   ardides que Satanás quiere inocular en nuestro ser. 

     Déjate, por tanto, abrazar por Doña Sabiduría, para que, a pesar de cómo está el mundo abusando de su nombre para cometer delitos y fechorías innombrables, seas conformado a la imagen de Cristo, nuestra sabiduría por excelencia.

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