¿CÓMO PUEDO ESTAR SEGURO DE QUE DIOS EXISTE?
SERIE DE
ESTUDIOS “HONESTIDAD CON DIOS: PREGUNTAS REALES QUE LOS CRISTIANOS SE HACEN"
TEXTO
BÍBLICO: SALMO 19:1-4
INTRODUCCIÓN
Una de
las preguntas que con mayor frecuencia se nos hace como creyentes tiene que ver
con la existencia de Dios. Cuestiones como “Si
Dios es eterno, ¿cuándo creó el universo?”, “Si todo necesita de una causa,
entonces ¿qué causó a Dios?”, “Si Dios creó todas las cosas, ¿cómo se creó a sí
mismo?” o “¿Puede Dios crear una
montaña tan grande que Él no pueda mover?” son parte de las objeciones que
mucha gente pone ante nosotros para pillarnos a contrapié. Afirmaciones como “Si Dios no tiene límites, entonces debe
ser tanto bueno como malvado, tanto existencia como no existencia, tan fuerte
como débil”, “Si Dios es un ser necesario, todo el mundo también lo es”, “Si
Dios lo sabe todo, y su conocimiento es inmutable, entonces todo está
predeterminado y no existe libre albedrío” o “Dios no es más que una muleta sicológica, un deseo, una proyección de
que lo que esperamos es cierto”, son aseveraciones que son empleadas para
verificar la fortaleza y firmeza de nuestras convicciones y creencias.
En este
estudio abarcaremos brevemente los cuatro argumentos para demostrar la
existencia de Dios que teólogos y filósofos han esgrimido para defender su fe
ante la incredulidad generalizada del ser humano de todos los tiempos. Así
mismo intentaremos dar respuesta a todas las anteriores cuestiones y
afirmaciones que muchos ateos, descreídos y agnósticos utilizan para derribar
cualquier planteamiento religioso que predique la existencia de Dios.
A.
ARGUMENTOS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS
Los
argumentos esgrimidos para demostrar la existencia de Dios son históricamente
cuatro: el cosmológico (al que denominaremos de la Creación), el teleológico
(al que denominaremos del Diseño), el axiológico (al que renombraremos como de
la Ley Moral), y el ontológico (al que etiquetaremos como de la Existencia).
1.
Argumento de la Creación
Este
argumento de la existencia de Dios afirma que dado que existe un universo, es
menester pensar que debe haber sido causado por algo más allá de sí mismo. Todo
este argumento parte de la base de la ley de causalidad, no de casualidad. Esta
ley enuncia que toda cosa limitada es causada por otra distinta de sí misma. De
esta declaración se extraen dos
consecuencias: el universo necesitó de una causa que le diera principio, y el
universo sigue necesitando una causa en el presente para que éste pueda seguir
existiendo. El apóstol Pablo realza esta idea así: “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:19-20).
Filósofos como Platón, Aristóteles, Avicena, Maimónides, Agustín de Hipona,
Tomás de Aquino y Descartes emplearon este argumento para confirmar la
existencia de Dios como causante de todas las cosas visibles e invisibles.
El
universo fue causado en un momento inicial, y por lo tanto, podemos decir que
éste es limitado y no eterno. Como creyentes bíblicos entendemos que el
comienzo del universo está detallado en Génesis 1:1, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” El universo
tuvo un origen en Dios, el cual es eterno. Además, toda cosa con principio debe
haber sido causada por algo o Alguien: “Y
él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.” (Colosenses
1:17). Esta causa que sustenta y preserva el universo conocido e ignoto es
Dios. Algunos piensan que el universo es eterno, como Carl Sagan, el cual decía
que “el cosmos es todo lo que es, lo que
siempre fue y lo que siempre será”, pero lo cierto es que existe evidencia
científica de todo lo contrario. La teoría del Big Bang demuestra hasta cierto
punto que es posible recoger la radiación producto de un presunto estallido de
energía en algún punto del tiempo. A esto se une la Segunda Ley de la
Termodinámica, la cual afirma que el universo está decreciendo en energía
disponible conforme pasa el tiempo.
Otros
preguntan con candidez “¿por qué hay
algo en vez de nada?”. La respuesta es simple. Las cosas finitas y mutables
como nosotros mismos existen. Debemos existir para negar que existimos, y por
ende, debo existir realmente para ello. Como dijimos antes, cada cosa finita y
mutable que existe debe ser causada por otra y no puede existir
independientemente, ya que esto solo supondría que esta cosa seria inmutable e
infinita y no todo lo contrario.
2.
Argumento del Diseño
Este
argumento sigue el siguiente proceso racional: todo diseño implica un
diseñador. Es algo innegable poder decir con seguridad que el universo es un
diseño formidable y grandioso, por lo tanto, debe existir un gran diseñador
detrás de la consecución de la obra maestra del cosmos. Del mismo modo que tras
un reloj hay un relojero, que tras un edificio hay un arquitecto, que tras una
pintura hay un artista, y que tras un mensaje codificado hay una inteligencia
que lo ha ideado, también debe haber un artífice que haya diseñado el tapiz del
universo. Cuanto mayor es el diseño, más grandioso es el diseñador y mayor es
su capacidad creativa e inteligencia. El Salmo 19 nos habla de un supremo
arquitecto del firmamento con las siguientes palabras: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra
de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara
sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra
salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras.” (vv. 1-4).
Nuestro propio cerebro es un ejemplo claro del ingenioso diseño de Dios. Carl
Sagan de nuevo, se siente admirado ante la complejidad y minuciosidad de los
detalles del sistema nervioso: “La
información que podría contener el cerebro podría llenar veinte millones de
volúmenes, más que muchas bibliotecas. El equivalente a veinte millones de
libros está dentro de nuestras cabezas. El cerebro es un gran espacio dentro de
uno muy pequeño. La neuroquímica del cerebro es más impresionante y
sorprendente que cualquier circuito de la máquina más maravillosa inventada por
el ser humano.” Algunos apelan a que el diseño solo es producto del azar,
aunque se ha demostrado que para que una célula aparezca de la nada por
casualidad, las probabilidades serían de 1 entre 1040000. Esto solo nos
reafirma en que Dios ha diseñado el universo y que no existe nada que nos haga
pensar lo contrario.
c.
Argumento de la Ley Moral
Este
argumento nos traslada la idea de que la causa del universo debe ser moral
además de, cómo ya hemos visto con los dos argumentos anteriores, omnipotente e
inteligentísimo. Globalmente, todo ser humano es consciente de que existe una
ley moral objetiva y absoluta. El hecho de que exista esta ley implica que
existe a su vez un legislador moral, y por tanto, éste debe ser un legislador
moral supremo. Existe un error muy generalizado a la hora de entender el
verdadero alcance, significado y valor de la ley moral. Muchos piensan que esta
ley describe lo que es, cuando en realidad de lo que se ocupa es de describir
lo que debería ser. Por ejemplo, en este mundo relativista, el amor es una
especie de concepto multifacético y poliédrico, por lo que cada uno dirá una
cosa sobre lo que el amor significa para él. La ley moral es aquella que define
el amor por lo que debería ser a la luz del absoluto, que en el caso del
cristianismo es Dios quien lo personifica.
Prácticamente todos los individuos de la raza humana coligen en afirmar
que existen acciones y actitudes que moralmente son malvadas (homicidios,
secuestros, robos, mentiras). Si esto no fuese de este modo, no habrían juicios
justos e injustos, y el mundo se sumiría en un caos relativista que destruiría
la civilización y la cultura tal y como la conocemos. Lo curioso de todo esto
es que incluso aquellos que no creen ni comulgan con la idea de una ley moral
dada por Dios, esperan ser tratados con justicia, cortesía y dignidad, aspectos
clave de la ley moral objetiva.
d.
Argumento de la Existencia
La base
de este argumento reside en que una vez ya tenemos la idea de lo que Dios es,
por lógica hemos de pensar que si Dios es necesario esto involucra el concepto
de existencia. Si consideramos a Dios como un ser perfecto, partimos de la
afirmación de que cualquier perfección que pueda ser atribuida al ser más
perfecto posible o concebible debe ser también atribuida a éste. Cuando
hablamos de existencia necesaria nos referimos a que ésta es una perfección
únicamente atribuible al ser más perfecto. Dios ya dejó en las Escrituras la
señal indeleble de su perfección cuando se dirigió a Moisés en Sinaí: “YO SOY EL QUE SOY.” (Éxodo 3:14). Dios
existe y no puede no existir, y además Dios existe actualmente según ese
planteamiento.
B. ¿QUÉ
CLASE DE DIOS EXISTE?
En el
punto anterior de este estudio pudimos constatar de qué clase de Dios hablamos
cuando intentamos responder a la pregunta de cómo poder estar seguros de que
existe realmente. Vimos que era un Dios todopoderoso, con una inteligencia
abrumadora y creativa y con una faceta moral que provocaba a leyes absolutas
que disciernen aquello que es maligno de aquello que es benigno. También lo
concebimos como un ser único y como el soberano de todo lo creado, tanto en
responsable de su génesis como de su mantenimiento y sostén. Pero este Dios en
el que creemos posee otros atributos que la Palabra de Dios nos consigna. Es el
Eterno: “Y Él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en Él subsisten.” (Colosenses 1:17). Es inmutable:
“Porque yo el Señor no cambio.”
(Malaquías 3:6). Es infinito: “He
aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener.” (1 Reyes
8:27). Es el paradigma de la bondad: “Porque
tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los
que te invocan.” (Salmos 86:5).
C.
OBJECIONES A LA EXISTENCIA DE DIOS
1. Si todo
necesita una causa, entonces ¿qué causó a Dios?
Si ya
dijimos que Dios no tiene principio es imposible que fuese causado. De otro
modo estaríamos cayendo en seguir pensando hasta el infinito en nuevas causas
finitas. Dios es infinito y eterno, por lo que Él se constituye en el motor y
origen de todas las cosas.
2. Si Dios
creó todas las cosas, entonces ¿cómo se creó a sí mismo?
Para
responder a esta cuestión volvamos a traer la idea de la necesidad de Dios.
Dios, al ser un ente necesario en su existencia, no necesita recrearse a sí
mismo, puesto que no es un ser contingente que deba su existencia a otra causa.
3. ¿Puede
Dios hacer una montaña tan grande que Él no pueda mover?
La
definición que también hemos hecho de Dios como de un ser todopoderoso ya nos
da la contestación a la pregunta. Un ser omnipotente no puede hacer nada que
sea imposible. Dios siempre hará montañas infinitamente cada vez más grandes,
pero también seguirá siendo tan poderoso como para manejarlas a su antojo.
4. Si Dios
no tiene límites, entonces ¿debe ser tanto bueno como malo, tanto existencia y
como no existencia, tanto fortaleza como debilidad al mismo tiempo?
Dios es
ilimitado en sus perfecciones, no en sus imperfecciones. Si Dios es completa y
absolutamente perfecto ni puede actuar malvadamente, ni puede dejar de ser ni
dar lugar a la fragilidad. La bondad, la necesidad de existencia y la potencia
de Dios excluyen totalmente las imperfecciones de la maldad, la no existencia y
la debilidad.
5. Si Dios
es un ser necesario, entonces nuestro mundo también ha de serlo.
No
siempre el ser necesario implica que todo lo que se haga o crea sea necesario.
Dios es necesario pero Él no necesita nada. Simplemente su amor perfecto le ha
conferido el deseo y la voluntad de crear el mundo, al ser humano y el
universo, pero no la necesidad de hacerlo.
6. Si Dios
es eterno, ¿cuándo creó el mundo?
Si nos
atenemos a la idea de que Dios es eterno y que el tiempo no tiene el mismo
valor que para nosotros, seres finitos y limitados en nuestra existencia, Dios
no creó el mundo en el tiempo. Dios es el responsable directo de la creación
del tiempo, puesto que antes del tiempo no había tiempo, dado que solo existía
la eternidad.
7. Si Dios
lo sabe todo, y su conocimiento es inmutable, entonces todo está ya
predeterminado y no existe el libre albedrío.
Saber
aquello que el ser humano hará o dejará de hacer con su libertad de elección no
es lo mismo que ordenar todo lo que debe hacer en contra de su libre albedrío.
Dios sabe y conoce nuestras intenciones, las consecuencias de nuestros actos y
el alcance de nuestras decisiones, pero no va a coartar esa capacidad única y
preciosa de tomar nuestras propias directrices en la vida. Dios lo que sí va a
tratar es de persuadirnos para tomar determinadas decisiones en nuestro
beneficio, pero no existe ninguna razón para suponer que Dios coacciona cada
una de nuestras elecciones destruyendo en el proceso nuestra libertad de
decisión. Dios obra persuasivamente, no coercitivamente.
8. Dios no
es más que una muleta sicológica, un deseo, una proyección más de nuestras
esperanzas.
Para
estar seguros de que esto es así, sería preciso averiguar y constatar que la
conciencia humana es la que marca los lindes de la realidad y que no existe
nada más fuera de ella. Con este propósito habría que ir más allá de los
límites de la consciencia. El problema surge en que si alguien pudiese hacerlo,
entonces ya no existirían esos límites conscientes de la realidad. Dios está
más allá de ser solo un proceso mental o psicológico inculcado o adquirido, o
ese opio del pueblo que adormezca y nuble la realidad de las cosas con cosas
como la esperanza o la salvación. Dios existe fuera de nosotros para vivir
dentro de nosotros.
CONCLUSIÓN
Es
importante conocer todos estos argumentos que intentan demostrar la realidad y
existencia de Dios. Pero más importante que aprender la teoría es vivir la
experiencia de Dios. Aquellos que creemos en Dios sabemos de muchas maneras y
de distintas formas que Él existe y que ocupa el centro de nuestras
existencias. No adoramos o servimos a un dios inexistente, sino al Dios YO SOY,
el Eterno e incomparable.
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