MENSAJE A TIATIRA


 

SERIE DE ESTUDIOS SOBRE APOCALIPSIS “CARTAS DEL FIN DEL MUNDO” 

TEXTO BÍBLICO: APOCALIPSIS 2:18-29 

INTRODUCCIÓN 

       Seguramente habrás escuchado alguna vez la palabra “sincretismo.” Esta palabra técnica propia de la antropología cultural y del estudio de las religiones comparadas, se define básicamente como “la tendencia a conjuntar y armonizar corrientes de pensamiento o ideas opuestas.” Es una manera de entender que dos o más corrientes o tendencias religiosas o culturales sustancialmente contrarias se hibridan o tratan de maridar sus distintas creencias. Por poner ejemplos de sincretismo, los hallamos en el vudú haitiano, en el candomblé brasileño, en la religión yoruba que se practica en Cuba, o en el kimbangüismo africano. Normalmente, cuando una cultura o civilización era colonizada o conquistada por otra con mayor poder militar, la invasora trataba invariablemente de inculcar a los originarios del país la religión propia. Era una manera de someter a los naturales de la nación ocupada y de controlar espiritualmente cualquier disidencia. De ahí que el sincretismo estuviese sumamente acentuado en estas zonas conquistadas, en las que a las divinidades propias se añadía otro nuevo panteón de dioses, se asimilaban divinidades semejantes, o se amalgamaban las oriundas con las impuestas. El que quería tener la fiesta en paz y deseaba vivir sin problemas de ningún tipo sin renunciar a sus raíces religiosas ancestrales, no tenía reparos en comulgar a dos bandas en caso de necesidad. 

       El cristianismo también tuvo ese efecto a lo largo de su expansión histórica. Aunque en principio era una corriente espiritual excluyente de otras que en nada tenían que ver con ella, con el paso del tiempo, con las presiones y amenazas de ser excluidos de la vida social, con el beneficio de decir que se pertenecía a la religión oficial del estado o del imperio de turno, y con la corrupción de las estructuras de gobierno de la iglesia católica, se pasó a intentar encajar el cristianismo con otras visiones paganas ciertamente opuestas a su cosmovisión. Dioses locales y regionales fueron reconvertidos a santos y ángeles, fiestas relacionadas con las estaciones y los solsticios fueron reinterpretadas en clave cristiana, y tradiciones idólatras se acomodaron a las costumbres católicas. La superstición y la religión fueron tomándose de la mano hasta lograr en algunos lugares auténticos panteones de patrones y vírgenes, de cristos y ángeles, que, sorprendentemente coincidían con muchos de los dioses que se adoraban desde tiempos inmemoriales en plazas supuestamente recobradas para el evangelio cristiano. 

      El sincretismo sigue siendo uno de los males endémicos del cristianismo hoy día. A estas relecturas paganizadas de las prácticas de algunas confesiones cristianas, se une la posibilidad de casar una vida espiritual y moral adaptada a la corrección política y a ideologías perversas y antibíblicas, con una vida religiosa y piadosa centrada en Dios, algo a todas luces inaceptable e incoherente. Esta inconsistencia emocional que muchos demuestran al llegar a decir que existen hábitos e ideas absolutamente contrarias a la verdad de las Escrituras y al carácter de Dios, que pueden hallar su encaje en la vida espiritual y devocional cristiana, es un cáncer terrible que puede llevar a la ruina moral y espiritual de toda una iglesia. Pervertir lo que siempre ha sido malo desde la óptica de Dios para considerarlo algo bueno, e incluso digno de elogio, es una manera sincrética de distorsionar el valor y la verdad del evangelio de Cristo. Querer poner una vela a Dios y otra a Satanás, nadar entre dos aguas, relativizar aquello que es bíblica y divinamente absoluto, y apelar a que los tiempos cambian y que hay que actualizarse para alcanzar al mayor número de personas con el amor de Dios, es una práctica que Dios aborrece y que debe ser erradicada de la vida en la comunidad de fe. 

1. UNA PRESENTACIÓN SOBRECOGEDORA 

       La iglesia en Tiatira es la siguiente comunidad cristiana en recibir el mensaje de Cristo por medio de Juan, y, como veremos, se convierte en un caso de estudio sobre los peligros y riesgos que conlleva dejar que el sincretismo campe a sus anchas en el seno de la congregación de los santos de todos los tiempos. Pero antes de entrar en materia, Cristo se presenta a la iglesia: “Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce pulido, dice esto.” (v. 18)  

       Recurriendo de nuevo a esa terrible y asombrosa imagen de Cristo que Juan recoge al principio de Apocalipsis en su teofanía, la cabeza de la iglesia en Tiatira se identifica como el Hijo de Dios, título mesiánico que transmite a todos los creyentes de esta congregación la seguridad y certeza de que Dios mismo es el que los ha salvado y redimido, de que ha asumido la humanidad como el vehículo mediante el cual identificarse con el ser humano, transmitir la voluntad de su Padre celestial, y ofrecerse como sacrificio vicario por todos los creyentes. En contraposición con la dupla de dioses patronales de Tiatira, Zeus y Apolos, Cristo es sustancialmente igual a Dios, y el Hijo y el Padre son uno solo. El que está sentado a la diestra de Dios Padre les habla directamente a ellos y deben tomar nota de cuanto vaya a comunicarles. Sus ojos ardientes, señal del juicio de Dios, de su mirada escrutadora del corazón de los seres humanos, y sus pies broncíneos y bruñidos, símbolo de su firmeza y determinación inalterables, se convierten en la carta de presentación más impresionante que pueda recibir una iglesia. Cristo ha visto y analizado su trayectoria espiritual y práctica y tiene varias cosas que decir al respecto, desde la rotundidad y la necesaria edificación de su cuerpo. 

      Tengamos en cuenta que Tiatira era la ciudad menos importante de las siete a las que se remite carta de Cristo. Su principal actividad comercial se basaba en la confección de ropa, de bronce, de marroquinería y de alfarería. Su sistema gremial era bastante conocido en aquella época, y solían adscribir cada parcela artesana a un patrón concreto, por lo que el politeísmo era algo bastante natural y la celebración de fiestas patronales era el pan de cada día. Recordemos que Lidia, la empresaria de Filipos, era oriunda de esta ciudad, y que su principal actividad económica era la púrpura con la que se teñían las vestiduras más lujosas. Los dioses patronales de la ciudad de Tiatira eran Zeus y uno de sus hijos, Apolos, además de que también se había impuesto el culto imperial del que ya hemos ido hablando en las cartas anteriores.  

2. UNA IGLESIA VIRTUOSA 

       Cristo ha advertido que la iglesia en Tiatira es una iglesia completa en todo aquello que tiene que ver con la fe y la ética cristiana: “Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio, tu perseverancia y que tus obras postreras son superiores a las primeras.” (v. 19)  

       Cristo es sabedor de que la fe de los hermanos de Tiatira ha sido probada en innumerables ocasiones, y que ha salido victoriosa de las persecuciones y presiones de sus conciudadanos. Las acciones que siguen a esta fe han manifestado completamente la coherencia entre lo que creen y lo que hacen. El amor fraternal es una realidad palpable entre cada uno de sus miembros, y en nada ha menguado este afecto a pesar de las adversidades. El servicio voluntario y solícito de los componentes de esta congregación es intachable, dándose unos a otros con generosidad y desprendimiento en situaciones de necesidad. Se han mantenido firmes ante las asechanzas de aquellos que pregonan el culto imperial o de aquellos que pretenden que los cristianos participen de sus festividades paganas. Su estilo de vida comunitario ha ido in crescendo, recibiendo el aplauso y el parabién de Cristo, a diferencia de la iglesia en Éfeso. No parece que pueda reprochársele nada, puesto que cumple a la perfección con cada una de las áreas básicas de la vida de la comunidad de fe. Todos nosotros deberíamos imitar el equilibrio ideal que la iglesia en Tiatira nos ofrece en todos los ámbitos de actividad que como iglesia de Cristo debemos administrar. 

3. LA SIBILA JEZABEL 

      Sin embargo, a pesar de todas sus virtudes y puntos fuertes, Cristo les reprocha algo en lo que desea extenderse con mayor énfasis: “Pero tengo contra ti que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos para fornicar y para comer cosas sacrificadas a los ídolos. Yo le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. Por tanto, yo la arrojo en cama; y en gran tribulación a los que adulteran con ella, si no se arrepienten de las obras de ella. A sus hijos heriré de muerte y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón. Os daré a cada uno según vuestras obras.” (vv. 20-23) 

       ¿Quién era esta tal Jezabel? De lo que podemos estar seguros es que este no era su verdadero nombre. Cristo emplea el nombre de una de las mujeres más idólatras y malvadas que ha existido en la historia de Israel como apelativo despectivo. Tal es el aborrecimiento que Cristo muestra hacia esta mujer que no quiere ni pronunciar su impío nombre. Como sabemos, la Jezabel del Antiguo Testamento era de aúpa, y si no, solamente tenemos que ir a 1 Reyes 16 y 21, y hallaremos a una mujer que institucionalizó la idolatría, que tiró de mentiras y falsedades para hacerse con lo que no era suyo, y que incitaba de continuo a Acab, su esposo, para seguir haciendo maldades y construir lugares altos donde adorar a Baal y Asera. Tal era la aversión que causa a Cristo esta mujer que pone en duda su actividad dentro de la iglesia en Tiatira. Esta mujer se ha arrogado el título de profetisa, de vocera de Dios, de comunicadora de la voluntad celestial, a imagen de las sibilas que transmitían el oráculo de los dioses inspiradas por el dios Apolos en lugares cavernosos. Podemos imaginarnos a esta mujer trayendo a los hermanos y hermanos de Tiatira las presuntas palabras de Dios a su pueblo, mintiendo y falseando lo que de verdad Cristo tiene que decir a su iglesia. 

       Los hermanos y hermanas de Tiatira no hacían nada por impedir que esta mujer siguiese influenciando, contaminando y tergiversando la doctrina cristiana. Muchos la tendrían como una auténtica mensajera de Dios mismo, aunque como sabemos, muchos individuos e individuas han pasado por la iglesia de Cristo para aprovecharse de la ingenuidad de muchos, del emocionalismo de algunos y de la mística espiritualoide del gnosticismo que se estaba infiltrando amenazadoramente en el seno de la congregación cristiana. Tal era su ascendencia sobre la membresía que se había autoproclamado maestra para embaucar a los neófitos, para instigarles a la hora de poder cometer pecados groseramente lamentables como la fornicación, esto es, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, posiblemente relacionadas con la prostitución ritual, y como la ingestión de alimentos consagrados al dios de turno, algo que era abominable ante los ojos de Dios, puesto que la persona se rendía también a los encantos de creencias diametralmente opuestas a las que brotan del evangelio de Cristo. Con sus zalameras formas y sus melifluas palabras, esta Jezabel era capaz de pervertir a cualquier potencial creyente, dinamitando el testimonio ético de los que verdaderamente cumplían con las estipulaciones morales de la Palabra de Dios. 

      Seguramente esta Jezabel sugeriría que nada habría de malo en sumarse a las fiestas patronales de la ciudad, con todas sus celebraciones orgiásticas y sus banquetes dedicados a los dioses, que se podía ser cristiano y pagano a un mismo tiempo. ¿A quién no le complacería poder disfrutar de ambas cosas, servir a dos señores? No obstante, eso es imposible cuando se trata de obedecer a Dios. O estás con Él o contra Él. No hay medias tintas ni tonos de gris. Ante este tumor cancerígeno con forma de mujer, Cristo revela a los creyentes de Tiatira que él ya la ha advertido personalmente de su maligno proceder. Como señal de gracia y paciencia, Cristo le ha dado un plazo suficiente como para recapacitar sobre sus acciones y como para arrepentirse de sus manipulaciones espirituales. Ha tenido un espacio adecuado para repensar sus caminos y tácticas diabólicas, y, sin embargo, ha escogido hacer caso omiso de la reconvención divina. Ha escogido seguir diseminando en medio de la iglesia su venenoso y sincrético mensaje, y se ha empecinado en que nadie la va a hacer renunciar de sus artimañas. Se ha entregado a otros hombres para dar ejemplo depravado de sus enseñanzas, y se ha postrado ante los dioses de la ciudad mientras endulza la concupiscencia de algunos de los componentes de la iglesia cristiana.  

       Como resultado directo de su negativa a reconocer su yerro y a confesar su pecado, Cristo ha tenido que tomar cartas en el asunto de forma fulminante. Una enfermedad terrible se ha apoderado de su cuerpo, no sabemos de qué clase, para que nunca más vuelva a enredar a los hermanos en las reuniones que estos tienen. A sus seguidores y acólitos también les habrá de seguir la tragedia, a menos que, contritos y humillados sean capaces de confesar delante de Cristo que cometieron el repugnante error de asociarse a las prácticas sexuales perversas y lujuriosas de su líder. Si estos siguen la senda de su profetisa, su fin será dantesco, puesto que la misma muerte les vendrá a buscar, convirtiéndose estos en un ejemplo claro de que con Cristo y con su iglesia no se juega. Todo aquel que pretenda imitar las tácticas fraudulentas e inmorales de esta Jezabel será raído de la faz de la tierra. Las obras señalan la clase de fe de la persona, y estas serán recompensadas o castigadas según el discernimiento especial de Cristo. Este versículo nos retrotrae a otro pasaje del Antiguo Testamento en Jeremías: “¡Yo, Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras!” (Jeremías 17:10) 

       Este es un aviso para navegantes, puesto que, incluso cuando los seres humanos que comprende la iglesia de Cristo puedan ser engañados por aquellos que ocultan sus verdaderas intenciones, el Señor de su iglesia no dejará que sea destruida por estos granujas y charlatanes. El sincretismo debía ser erradicado urgentemente junto con sus abogados y simpatizantes a fin de que la salud de la comunión espiritual del rebaño de Dios fuese restaurada. 

4. UN REMANENTE FIEL 

       Con la esperanza de que la iglesia en Tiatira tuviera en consideración las instrucciones y juicio anteriores, Cristo no desea imponer más obligaciones a sus discípulos: “Pero a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina y no han conocido lo que ellos llaman ‘las profundidades de Satanás’, yo os digo: No os impongo otra carga; pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.” (vv. 24-25) 

       Un irreductible grupo de hermanos y hermanas no habían sucumbido a la influencia de esta profetisa y se habían mantenido firmes en aquello que, por lo visto, ellos llamaban “profundidades de Satanás,” tal vez haciendo referencia a la clase de estilo de vida hedonista, complaciente y libidinoso que llevaban los adeptos de la secta de Jezabel. Adjudicar estos hábitos a Satanás, y empleando la palabra “profundidades,” nos habla bien a las claras lo sumamente involucrados que algunos asistentes a las reuniones de la iglesia estaban en todo tipo de comportamientos impíos e inmorales. No podían caer más bajo, ni podían estar más esclavizados a sus placeres y a influjo de Satanás, el enemigo de Cristo por excelencia. Estos hermanos que seguían perseverando en la sana doctrina, que denunciaban las maniobras mezquinas de los correligionarios de Jezabel, y que persistían en su coherencia con el llamamiento de Cristo y con la misión de Dios, reciben de Cristo su beneplácito.  

       Nada más desea su Señor añadir a su constancia y fidelidad, sino que simplemente se mantengan inquebrantables en sus principios y que sean inasequibles al desaliento. Deben guardar los mandamientos de Dios, su fe, su espíritu de servicio y su amor fraternal sincero hasta que Cristo los reclame junto a sí, hasta que Cristo consume el final de la historia en su segunda venida, hasta que la parusía dé paso al juicio final en el que todos los seres humanos comparecerán para ser juzgados por él. Será un arduo peregrinaje a la Jerusalén celestial, pero merecerá la pena haber sido leales a Cristo. 

5. UNA PROMESA PODEROSA 

       Si los creyentes de Tiatira siguen las instrucciones de su Salvador y Pastor, junto con el desafío, el galardón será glorioso y espléndido: “Al vencedor que guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones; las regirá con vara de hierro y serán quebradas como un vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” (vv. 26-29) 

       Aquel que persevera contra viento y marea, que deposita sin fisuras su confianza en Cristo, y que no desespera aun cuando las adversidades y tribulaciones se ciernan sobre él, es receptor de una promesa ciertamente maravillosa. Será rey y gobernador de las naciones del mundo, compartiendo con Cristo esta potestad como herencia de gracia. Esta promesa, significativamente relacionada con el Salmo 2:8-9 (“Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como a vasija de alfarero los desmenuzarás”), es una promesa mesiánica que Cristo mismo anhela entregar a aquellos que han sido perseguidos por naciones e imperios a causa de su adhesión a su causa. Atropellados, torturados y acosados, en la hora del advenimiento de Cristo, se convertirán a su vez en reyes y dirigentes sobre aquellos pueblos que los vituperaron y amenazaron. No sabemos de qué modo ejerceremos esta labor de dominio y juicio sobre las naciones, pero sí sabemos que aquellos que perseveran hasta el final serán engrandecidos y exaltados en el día de la consumación del Reino de los cielos.  

       La estrella de la mañana, más conocida como Venus para los romanos, y parte del simbolismo de la soberanía romana que aparecía en los estandartes de sus legiones, es para el creyente la señal inequívoca de que toda autoridad será dada a quienes asumieron el desafío de permanecer fieles a Cristo. La estrella del alba, reminiscencia del pasaje de Números 24:17, no es ni más ni menos que Cristo mismo, aquel que brilla por siempre y que da inicio a una eternidad bienaventurada en su presencia tras el día del juicio universal: “Lo veo, mas no ahora; lo contemplo, mas no de cerca: Saldrá estrella de Jacob, se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab y destruirá a todos los hijos de Set." Cristo vencerá con gran poder a Satanás y a sus huestes para siempre, y todos aquellos que se entregaron a él serán partícipes de excepción a la hora de ver alzarse esta estrella tras la gran noche de tinieblas y pecado que había estado cubriendo la dimensión terrenal hasta ese instante cósmico redentor. Todos hemos de prestar oídos a esta promesa y a este reto en los tiempos que nos toca vivir como iglesia del Señor. 

CONCLUSIÓN 

       El sincretismo es un problema realmente difícil de evaluar y extirpar de la vida de muchas iglesias. Se han mundanalizado en sus mensajes, en su forma de adorar, en sus objetivos y en su estilo moral de vida, y ya no parecen iglesias, sino empresas, agencias de entretenimiento o sectas más propias del movimiento new Age. La falta de denuncia de actividades que intentan simpatizar con otras tendencias inmorales, contrarias y opuestas al evangelio de Cristo, buscando en algunos casos un ecumenismo enrevesado y con intereses ocultos de por medio, puede desembocar en la destrucción de todo lo bueno que puede tener la iglesia: su amor, su fe, su acción de servicio y su enseñanza bíblica ajustada a los parámetros bíblicos.  

       Puede ser atractivo para muchos pastores e iglesias crear estructuras similares a las que existen en el mundo a fin de atraer a más feligresía, pero si esto contradice la verdad del evangelio de Cristo y se renuncia a los valores del Reino, se estará incurriendo en un gravísimo error. El fin nunca justifica los medios. El sincretismo no tiene espacio en la visión de una iglesia cristocéntrica y el compadreo espiritual con otras confesiones religiosas no cristianas no debe serla práctica de una genuina comunidad de fe cristiana.

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