ÍNTEGROS

 

SERIE DE SERMONES SOBRE PROVERBIOS “SAPIENTIA II” 

TEXTO BÍBLICO: PROVERBIOS 11:1-15 

INTRODUCCIÓN 

      En los tiempos del coronavirus dichoso este, hemos podido aprender muchísimas cosas acerca de quiénes somos como seres humanos cuando la amenaza de un peligro se cierne sobre nosotros. Hemos tenido la oportunidad de observar la solidaridad de las personas a la hora de darse a los demás, la obediencia a los requerimientos del estado de alarma, la paciencia en el confinamiento hogareño y la creatividad con la que nos hemos adaptado a novedosas circunstancias de vida. Sin embargo, no todo el mundo “é güeno,” como decían los hermanos Summers, ni todas las personas son capaces de ser responsables y respetuosos con las normas y con el estado de salud del prójimo. Jóvenes de botellón, reuniones clandestinas en bares, bailes y danzas en medio de la calle burlándose del resto de personas que asisten alucinadas a este esperpento desde sus ventanas, insolidarios seudodeportistas a los que les importa un comino la seguridad de los demás mientras ellos disfruten de su libertad de movimientos, descerebrados que marginan a los médicos y sanitarios como si fuesen los culpables de la extensión del contagio vírico, y así hasta no parar, son el ejemplo ilustrativo de que siempre tiene que haber alguien que descubra la auténtica naturaleza del ser humano malvado y egoísta. 

      Lo cierto es que cada vez menos personas obedecen a la descripción de integridad. Una persona íntegra es aquella que siempre hace lo correcto, por las razones correctas y del modo correcto. Sus acciones se encaminan a gozar de todo aquello que es bueno sin afectar negativamente a los intereses de otras personas. Aplicado a nuestro presente, son aquellas personas que manifiestan un respeto enorme por sus congéneres, que se colocan su mascarilla cuando es necesario, que siguen las reglas de distanciamiento social y que acatan las directrices dadas por el estado para salvaguardar su propia salud y la de los demás. Otra sociedad sería posible si, en lugar de enaltecer la individualidad y el egocentrismo, todos fuesen más responsables e íntegros en sus conductas. La palabra latina de la que procede “integridad” significa, entre otras cosas, “entero, intacto, sin ser tocado o alcanzado por el mal.” Esta es la clase de personas que podemos llegar a ser, no ya desde la nobleza propia, la cual puede resquebrajarse o bajar la guardia en instantes de desespero o fragilidad, sino desde la verdad de la Palabra de Dios y desde el temor de Dios expresado en las Escrituras. 

     Salomón había probado las mieles de la integridad en momentos clave de su existencia. También había sucumbido a las delicias venenosas de velar sobre sus propios intereses a costa de hacer padecer a sus súbditos. Sin embargo, habiendo visto las dos caras de la moneda de la esencia y del comportamiento humanos, escribe para nosotros una serie de proverbios que nos ayudarán a considerar qué camino ansiamos seguir y qué destino deseamos que nos aguarde. Por un lado, tenemos a los íntegros, a los justos y a los honrados del mundo, y por otro, tenemos a los malvados, a los injustos y a los mentirosos de la tierra. ¿A quién querrás parecerte? ¿Qué decisión tomarás tras examinar la abismal diferencia que existe entre estas dos rutas vitales? 

1. INTEGRIDAD COMERCIAL 

     El autor de Proverbios comienza su contraste entre íntegros y malvados hablando de la manera en la que ambos gestionan sus negocios: Jehová abomina el peso falso, pero la pesa cabal le agrada.” (v. 1) En los negocios y en el mercado se puede ser de dos maneras: un individuo que truca las pesas para llevarse más pagando menos, o que retoca la balanza para dar menos recibiendo más dinero. Triquiñuelas entre clientela y comerciantes siempre ha habido en la historia del comercio. El problema es que Dios aborrece profundamente a aquellos que dan gato por liebre a los más humildes, aprovechándose de sus pocos recursos con medidas distorsionadas.  

      El profeta Miqueas nos muestra que esta era una práctica demasiado extendida en los mercados orientales, y que el Señor cuenta a los que emplean balanzas fraudulentas como dignos de ser condenados: “¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas?” (Miqueas 6:11) Seguro que estos ladrones ganarán más, aunque lo harán deshonestamente, y siempre estarán a un tris de ser pillados en su engañifa y serán considerados de nula confianza en futuros negocios. Por contra, el íntegro comerciante empleará con justicia y ética las herramientas de las que dispone, dado que nunca buscará despojar de los menesterosos algo que en buena ley no le corresponda. 

2. INTEGRIDAD HUMILDE 

     No solamente hay pena para los timadores, sino que también aquellos que se muestran altivos con sus congéneres serán derribados: “Cuando llega la soberbia, llega también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría.” (v. 2) El mundo está plagado de orgullosos y bravucones, fantasmas de chirriantes cadenas que se creen el regalo de los dioses al mundo. Piensan que siempre estarán en la cima de la admiración social, se comportan de forma desdeñosa con todos, y cincelan un pedestal para su supuesta glorificación. No obstante, todos conocemos de personajes de esta calaña que tan pronto se han aupado a las cotas más elevadas de la estima mundanal, al instante se han precipitado a las profundidades más fangosas de la marginación social. Cometen un grave error y no les queda más remedio que ser humillados, sufriendo el oprobio de la burla escarmentadora. Otro gallo canta para los humildes. Aquellos que reconocen su dependencia de Dios y su igualdad con respecto al resto de sus conciudadanos, son reconocidos como sabios e íntegros especímenes humanos, personas en las que confiar y de las que aprender. 

3. INTEGRIDAD JUSTA 

     La honestidad en la vida siempre trae réditos y bendiciones a mansalva, tal y como Salomón expone a continuación, siempre en contraposición con los perversos, los cuales indefectiblemente se ven abocados al fracaso y a la ruina: “La integridad guía a los rectos, pero a los pecadores los destruye su propia perversidad. De nada servirán las riquezas en el día de la ira, pero la justicia librará de muerte. La justicia del perfecto endereza su camino, pero el malvado caerá por su propia impiedad. La justicia libra a los rectos, pero los pecadores son atrapados en su pecado.” (vv. 3-6) 

      La integridad u honestidad, un don comunicable de Dios al ser humano, siempre nos va a ayudar a tomar buenas decisiones en la vida, todas ellas destinadas a disfrutar de Dios y a mejorar la vida de los demás. Todas estas decisiones basadas en la integridad que el Señor coloca en nuestro corazón, van a evitarnos más de un dolor de cabeza, más de un embrollo del que es prácticamente difícil salir y más de un trance letal. Si procuramos ser íntegros y responsables existen muchísimas menos probabilidades de que encontremos a la parca antes de tiempo, producto de la infracción de las normas sociales. A pesar de que la senda de la vida sea tortuosa y erizada de situaciones controvertidas y complejas, la integridad, cuando se asienta en nuestra conciencia, nos permite trazar una línea de paz, seguridad y fe que nos permite arrostrar con la ayuda de Dios cualquier amenaza o crisis. Además, el íntegro puede confiar en la justicia, en aquella justicia que no se deja llevar por sobornos, prejuicios y favoritismos, a fin de calmar su ansiedad en el instante en el que es llevado ante los tribunales por los corruptos y los perversos enemigos de la verdad y de la honradez. 

      En el lado contrario, los malvados sufrirán la devastación que sus propios pecados consiguen en sus propios cuerpos, mentes y almas. No hay pecado que no traiga su buena medida de nefastas repercusiones, de negativos efectos y de repulsivos estragos. Podrán nadar en la abundancia del dinero mal habido, en una piscina repleta de monedas de oro producto de la corrupción de los inocentes, o tener una cuenta bancaria en Suiza o en otro paraíso fiscal, pero cuando sobre ellos se abata el peso de la justicia y de la verdad, será el lloro y el crujir de dientes. De nada les servirá acumular fondos avariciosos y codiciosos cuando den con sus huesos en la cárcel para pasar una buena temporada a la sombra. Todos aquellos que trafican con la vida de los menesterosos, de los débiles o de los que no tienen voz en este mundo, en su presunta sensación de control de todo cuanto hacen y deshacen, serán juzgados sumariamente por Dios, meterán la pata en el momento más inesperado, y serán abatidos y lanzados a la putrefacta mazmorra de su perdición eterna. 

4. INTEGRIDAD INOLVIDABLE 

      El recuerdo de los íntegros sobrevivirá por largos días a su deceso, mientras que los criminales solo traerán descanso a la tierra el día en el que sean sepultados en el camposanto: “Cuando muere el hombre malvado, perece su esperanza; la expectación de los malos perecerá. El justo es librado de la tribulación, pero su lugar lo ocupa el malvado. El hipócrita, con la boca daña a su prójimo, pero los justos se libran con la sabiduría.” (vv. 7-9) ¿Dónde se halla puesta la esperanza del delincuente, del capo de la mafia, del proxeneta, del ladrón de guante blanco, o del terrorista fanático? Desde luego, no se halla ni en Dios, ni en la vida eterna venidera. La esperanza del asesino sin escrúpulos solo está en sus pequeños ídolos, todos ellos falsos, contrarios a todo lo que es bueno y agradable delante de los ojos de Dios. Su expectación está en lo material, en el hedonismo que huele a sangre ajena, en olvidarse de este miserable mundo por medio de sustancias alienantes y esclavizadoras, en dar rienda suelta a sus locuras y desvaríos.  

      Con este panorama en mente, ¿cómo no va a celebrar la sociedad una fiesta cuando se muere el perro rabioso sin haber dado muestras de contrición o arrepentimiento ante Dios y su vecindario? El perverso solo busca problemas, peleas, enfrentamientos y conflictos para seguir perpetuando su poder sobre los más débiles, y eso es lo que encontrará cuando aparezca la horma de su zapato. Su doblez lingüística únicamente persigue traicionar a cuantos se acercan al escuchar su mezquino y falso discurso, repleto de promesas que no puede cumplir. Nunca sabrás por dónde saldrá en cada ocasión, por lo que es mejor mantenerse alejados de esta clase de individuos. 

     A diferencia de estos personajes violentos y malhablados, los íntegros tienen puesta su esperanza en Dios, en que Él les vindicará en el Tribunal Supremo de los cielos, sin que los malajes queden impunes de sus actuaciones terroristas y delictivas. Sabemos que en el mundo tendremos aflicción, ya lo dijo Jesús, pero seremos fortalecidos por Dios en estos trances críticos y saldremos victoriosos de las tribulaciones que el pecado prepara día tras día para trastocar nuestra fe y confianza en el Señor. La persona íntegra es auténtica, sin máscaras, y siempre buscará ser leal a quienes depositan su confianza en ellos. Son congruentes con su palabra y no modifican su ética personal a pesar de cualquier coyuntura que les empuje a la desesperación. Sus promesas son fieles, su lealtad está a prueba de bombas, y su probidad está fuera de toda discusión. Serán recordados en la posteridad, porque siempre se mantuvieron firmes en sus acciones y principios, todos ellos arraigados en las Escrituras. 

5. INTEGRIDAD CÍVICA 

       En cuanto a la influencia que cada una de estas personas, los íntegros y los malvados, exhiben en medio de sus conciudadanos, Salomón nos ofrece una visión bastante clara de ésta: “Con el bien de los justos se alegra la ciudad, pero cuando los malvados perecen, se hace fiesta. Por la bendición de los rectos la ciudad es engrandecida, pero por la boca de los malvados es trastornada.” (vv. 10-11) En el pueblo manchego en el que me crie en los primeros años de mi existencia, Villar de la Encina, en Cuenca, tenemos un referente de lo que significa la integridad de una persona: Fray Serafín Madrid. Nacido en 1925, este vecino villancinero, empleó sus dones y su integridad moral y espiritual para ofrecer beneficios a todos cuantos necesitasen de su ayuda. Además de inventar un dispositivo para avisar de un accidente de tráfico en la carretera y de mapas iluminados de las ciudades que habrían de ponerse en farolas y postes para orientar a los ciudadanos, fundó lo que se conoce como “El Teléfono de la Esperanza” en 1971, declarado de utilidad pública en 1972. Este ministerio ofrece un servicio integral y gratuito de apoyo a las personas que se encuentran en situación de crisis, y promueve numerosos programas para mejorar la salud emocional de las personas, las familias y la sociedad en su conjunto. El bien y la bendición de su talante entregado, íntegro y generoso hizo que mi humilde pueblo pudiese recibir la honra y el honor de ser cuna de tal hombre de Dios. 

6. INTEGRIDAD VERNÁCULA 

        La lengua pierde a los perpetradores de la anarquía y el caos social: “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo, pero el hombre prudente calla. El que anda con chismes revela el secreto; el de espíritu fiel lo guarda íntegro.” (vv. 12-13) Si no hay nada más que eco en la cavidad craneal, solo te puedes unir al coro que recita que “de donde no hay, no se puede sacar.” Si una persona tiene el conocimiento justo para pasar el día, no le podemos pedir que diga, piense o haga cosas sensatas. Sin filtros propios de la buena educación y de los correctos modales, el depravado de turno se despachará a gusto de cualquier persona que se les ponga a tiro. No les importa ni ocho, ni ochenta, te van a insultar, despreciar, ningunear, vituperar y denigrar sin que puedas hacer nada al respecto. Si quieres que todo el mundo se entere de algo, solo tienes que confiarles un secreto.  

      En menos de lo que canta un gallo, todos están avisados de cada uno de los detalles de lo que le has confiado. Incluso llegan a añadir al secreto novedades cosecha de su poca mollera. En contraposición a estos descerebrados, los íntegros saben callar en el momento correcto, un arte que parece que la humanidad está olvidando a pasos agigantados. En la sabiduría de que cada palabra que se pronuncia puede tener un efecto distinto en el oído de determinadas personas, y que existen individuos altamente susceptibles. Es mejor callar que decir algo inoportuno o impulsado por un estado alterado del ánimo. Lo mismo pasa con los secretos: el íntegro es una tumba a la hora de desvelarlos.  

7. INTEGRIDAD GUBERNAMENTAL Y FINANCIERA 

      Para terminar con el texto de hoy, Salomón nos alecciona sobre el gobierno y el desgobierno de las autoridades, y sobre las fianzas: “Donde no hay dirección sabia, el pueblo cae; la seguridad está en los muchos consejeros. La ansiedad aflige al que sale fiador de un extraño; el que aborrece las fianzas vive seguro.” (vv. 14-15) No hace falta decir que la historia está repleta de gobernantes que trataron de lograr el estado de bienestar social, y de tiranos y dictadores que abusaron de su autoridad para llevar a la bancarrota a sus países. Si los que dirigen los destinos de un pueblo son corruptos y solamente procuran su bienestar personal a costa de dilapidar y malgastar el dinero del erario público, la cosa pinta fatal, y en la mayoría de los casos, la nación se rebela y derroca a esta sanguijuela de dos patas. Si, por el contrario, se usa la política para gestionar correcta, solidaria y seriamente los fondos públicos, se estará construyendo una sociedad en la que no se deja atrás a nadie, y en la que las virtudes de la justicia, la verdad y la libertad prevalecen. Es mejor rodearse de especialistas, sabios y entendidos para administrar cada parcela social con tino y buen juicio, con integridad y responsabilidad. 

     En relación a las fianzas, hay que ser muy inteligente y bastante comedido a la hora de prestarse como aval de alguien desconocido. Al principio, todo son promesas vehementes de que el que recibe el préstamo hará lo posible y lo imposible por saldar sus compromisos financieros. Puede que la persona de la que has sido avalista cumpla con su contrato, o puede que durante un tiempo cumpla con su palabra, y en un revés económico no pueda hacer frente a los pagos, o incluso quizás el que pide tu aval sea un granuja y un sinvergüenza que se va a aprovechar de tu buena fe. Nunca lo sabrás. ¿No crees que pensar sobre el tema una y otra vez, con el miedo en el cuerpo, con la sospecha en el alma, solamente te reportará insomnios, ansiedades y estrés? Salomón nos aconseja que, a menos que las tengas todas contigo, y conozcas profundamente a la persona de la que serás fiador, lo mejor es no meterse en camisas de once varas y en instantes de zozobra. Cuanto menos avales a alguien, más feliz y más serena será tu vida.  

CONCLUSIÓN 

      Como hemos podido comprobar, ser íntegro únicamente aporta tranquilidad, paz espiritual y buena fama. Ser un delincuente y un criminal solo causa dolor a los que les rodean y a sus propias personas. El íntegro mira siempre hacia el cielo con los pies en el suelo, mientras que el perverso simplemente ofrece un amplio abanico de sufrimientos, miserias, fracasos y formas de morir.  

      Puedes malgastar tu vida siendo un completo indeseable social, o puedes invertir en sabiduría y en temor de Dios. Puedes pasar el rato rumiando nuevas fechorías y maldades, o puedes estudiar y reflexionar sobre la Palabra de Dios. Tú eliges qué camino tomar, sabiendo que solo existen dos destinos: la vida eterna para los íntegros, y el infierno de fuego y azufre para los malvados.

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