EL NIÑO REY
TEXTO
BÍBLICO: ISAÍAS 9:6
La Navidad es una
de mis fiestas preferidas del año. Además soy un absoluto consumidor de discos
de canciones navideñas de todos los estilos e idiomas, y no dejo de escuchar
esta música dulce, alegre y positiva mientras voy conduciendo a todas partes.
Estas fechas en las que nos reunimos como comunidad de fe evangélica son fechas
ciertamente muy entrañables y repletas de chispeantes y relucientes actos en
los que nos proponemos hacer honor al nacimiento o natividad de Jesús hace ya
más de dos mil años. Cierto es que la esencia primigenia de esta celebración ha
ido diluyéndose entre nuevas tradiciones, costumbres foráneas de color rojo y
blanco, y un consumismo exacerbado que hace que las tarjetas de crédito y
débito humeen y los bolsillos se llenen de aire. Sin embargo, como iglesia que
intenta retornar a los orígenes de esta fiesta, los cuales se pierden ya en el
laberinto del tiempo, deseamos en esta tarde que, por un instante, soñemos con
nuestra imaginación en ese niño envuelto en pañales y reposando en un pesebre,
en ese inocente ser que todavía no puede más que balbucear en medio del
silencio de la noche estrellada de Belén.
Mira a ese niño
frágil y delicado por un momento. En un futuro no muy lejano será un admirable
consejero, un maestro que desplegará toda su sabiduría, una sabiduría que
procede de su Padre celestial, para sacar de la ignorancia a un pueblo
sepultado en vida por la religiosidad, la intransigencia y el pensamiento
único. En sus lecciones, sí, esas lecciones que llenan las páginas del Nuevo
Testamento, encontrarás el camino a la verdad, y esa verdad te hará libre, sin
tener que olvidar tu cerebro y tu raciocinio, para vivir una vida plena y llena
de satisfacción espiritual e intelectual.
Mira a ese niño
dormido y sencillo tendido entre paja y animales. En un momento dado de su vida
será ese Dios fuerte que vence a cualquier enemigo o circunstancia adversa que
se interponga entre tu salvación y su misericordia. Su fortaleza no procede de
aplastar y derrotar violentamente a aquellos que odian su mensaje y su misión
redentora. Su verdadera fuerza surge de corazones como los nuestros, los cuales
se rinden y someten bajo su soberanía y autoridad por amor y gratitud. Jesús no
necesita doblegarnos con estrategias de miedo y temor; simplemente nos ama y
este amor nos lleva a reconocer en él a alguien a quien vale la pena seguir, a
alguien que cuida personalmente de cada uno de nosotros aun cuando la tempestad
ruja a nuestro alrededor.
Mira a ese niño
tierno y regordete rodeado de pastores humildes y asombrados. Después de
treinta y tres años de vida, tomará su cruz para demostrarte lo profundo de su
gracia y compasión por ti mientras sube por el camino que lleva al Calvario. Su
amor, el amor más grande que nadie podrá tener nunca por alguien, se desbordará
en su muerte, con el propósito de mostrarte que su increíble misericordia no
conoce límites de entrega y pasión. Será ese Padre eterno, alguien que te
querrá a pesar de todo, pero que no te dejará sufrir a causa de tus erróneas decisiones.
Tú puedes ser su hijo para siempre, si dejas que su amor paternal encuentre su
hogar en tu corazón.
Por último, fíjate
bien en este niño que descansa sereno entre los brazos de su madre María y con
la mirada inconfundible de un padre como la de José. Cuando crezca y sea un
hombre hecho y derecho, traerá la paz al mundo. No, no es una paz tal como la
reconoce el mundo, una ausencia completa y total de conflicto y guerras. Su paz
es esa paz que trasciende y supera los encontronazos lógicos de seres humanos
que piensan diferente y quieren arrogarse la verdad para ellos mismos. Es esa
paz que nos acerca a Dios para ser pacificadores en medio de un mundo y una
sociedad plagada de enfrentamientos y violencias de todo tipo. Él es el
Príncipe de paz, el cual pondrá calma en tu alma a pesar de las inclemencias
que otros quieren traer a nuestras vidas.
Este es el Jesús
que recordamos hoy en su nacimiento. No es un Jesús niño que existe en el
imaginario tradicional y que solo nos trae regalos materiales, sino que es un
Jesús Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz que
viene en cualquier momento de tu vida que tú escojas para regalarte la vida
eterna y una existencia feliz caminando a su lado. ¡Bon Nadal a tots i totes!
¡Feliz Navidad a todos y a todas!
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