GOZO CONTAGIOSO
SERIE DE
ESTUDIOS EN FILIPENSES “CRECER: ENTENDIENDO EL GOZO VERDADERO”
TEXTO
BÍBLICO: FILIPENSES 1:12-26
INTRODUCCIÓN
Según la
RAE, un optimista es aquel “que tiende a
ver y juzgar las cosas en su aspecto más positivo o más favorable”. En una
secuencia de la serie televisiva “Una
serie de catastróficas desdichas”, basada en los libros del escritor Daniel
Handler, más conocido por su pseudónimo Lemony Snicket, se nos presenta a un
personaje tan optimista ante la vida que incluso cuando su pierna es aplastada
por un gigantesco sello maderero, es capaz de ver el beneficio que supondrá no
tener que pagar nada más que la pedicura de uno de sus pies. Aunque esta
situación imaginada supone pasarse de la raya en lo que a optimismo se refiere,
lo cierto es que la persona optimista vive con mejor calidad de vida que el
pesimista, el cual tiende a ver y juzgar las cosas en su aspecto más negativo o
más desfavorable. Dentro de lo que supone tener los pies sobre la tierra, ser
cauteloso y sensato, y ser realista ante los problemas que surgen a diestra y
siniestra, ser optimista supone caminar confiadamente sobre la experiencia con
una sonrisa de confianza.
¿Podríamos
hablar de optimismo cristiano? La Palabra de Dios nos hace pensar que sí. Ser
optimista desde la perspectiva cristiana implica ser conscientes de que nuestra
vida no es nuestra, sino que ha de estar dirigida y controlada por el Espíritu
Santo. En esa certeza el creyente transita por la vida considerando lo bueno y
lo malo, pero siempre escogiendo la alegría de saberse en las manos de Dios. Es
tener como lema aquel refrán de que “no
hay mal que por bien no venga”, o de que “no hay mal que cien años dure”. Uno de los paradigmas que mejor
hablan de ese optimismo o gozo en medio de la adversidad, es la vida de Pablo.
Y uno de los textos epistolares paulinos que mejor expresa esta verdad que nos
hace crecer en fe y madurez es el que hoy nos disponemos a estudiar. Pablo
encadenado y apresado es capaz de expresar con un delicioso lenguaje de
sumisión ante la soberanía divina, que pase lo que pase con él será bueno dado
que Cristo siempre será su destino y meta, en la vida y en la muerte.
A.
OPTIMISMO ANTE LA EXTENSIÓN DEL EVANGELIO
“Quiero que
sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien
para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho
patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de
los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho
más a hablar la palabra sin temor.” (vv. 12-14)
¿Qué
había sucedido con Pablo cuando escribe esta epístola a los filipenses? Pablo
se encontraba en Roma apresado a la espera de poder tener una audiencia con el
César, y durante ese tiempo habría recibido amenazas, coacciones, castigos y
malas formas de parte de sus captores. Sin embargo, tirando de optimismo, y
para tranquilizar a los hermanos a los que escribe en Filipos, afirma que
incluso en esas lamentables condiciones ha tenido la oportunidad de comunicar y
predicar el evangelio entre sus vigilantes que pertenecían al pretorio romano,
esto es, el cuartel general del castrum
en el que estaba encarcelado. Pablo sabe dar la vuelta a la tortilla y
convierte una desgracia como era estar en una cochambrosa y húmeda celda en un
momento de testimonio y de proclamación de las buenas nuevas. El gozo supera
con creces a la desdicha, y la pasión por Cristo se alza sobre la tristeza del
calabozo lóbrego en el que se hallaba. Cristo ha acompañado a Pablo en este
encierro y ha preparado las oportunidades necesarias para seguir sembrando aun
en un entorno hostil y duro.
Además,
una nueva chispa de optimismo acaba por redondear ese espíritu gozoso de Pablo.
De tal manera su disposición a seguir pregonando las verdades del evangelio de
Cristo desde los muros de su prisión ha calado en los corazones de muchos
hermanos romanos, que han comenzado también a predicar el evangelio de
salvación con denuedo, valentía y apertura. El ejemplo de un Pablo que traspasa
lo negativo de su condición ha contagiado con alegría y pasión los corazones de
cristianos que antes se encontraban paralizados por el temor o escondidos
clandestinamente. El optimismo de Pablo con respecto al evangelio ha imbuido a
sus consiervos romanos a no callar ni guardarse la luz de un mensaje que
transforma vidas y que brinda redención al alma pecadora. Saber que estos
hermanos se echan a las calles para compartir abiertamente el evangelio suponía
para Pablo una motivación mayor para seguir esperando el instante en el que dar
cumplida defensa de su fe ante las más altas instancias romanas.
B.
OPTIMISMO A PESAR DE LOS FALSOS PREDICADORES DEL EVANGELIO
“Algunos, a
la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena
voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando
añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy
puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas
maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y
me gozaré aún.” (vv. 15-18)
Pablo
continúa con su optimista espíritu incluso cuando los oportunistas de la fe y
los revanchistas religiosos aparecen para predicar el evangelio como disfraz
para conseguir sus fines egoístas. Pablo tiene noticia de algunos charlatanes
que en vez de anunciar a Cristo con el objetivo de traer paz, gozo y salvación
a sus conciudadanos, lo hacen con el afán de expresar su envidia y su ánimo de
crear debates, discusiones y peleas dialécticas. Seguramente habría una serie
de personajes, que a la buena sombra del cristianismo y mostrando animadversión
contra Pablo y su apostolado, intentaban medrar a costa de la iglesia romana.
Su intención era la de producir ruido, disputas interminables sobre asuntos
teológicos o la de airear su codicia y ambición desmedida mientras Pablo estaba
preso en la cárcel. La versión BLP traduce el v. 17 de la siguiente forma: “Estos otros, en cambio, al anunciar a
Cristo se dejan llevar de la ambición y de turbios intereses, pensando que con
ello hacen más dura mi prisión.” Estos individuos, más falsos que un duro
de cartón, querían ensañarse con Pablo, anhelaban atormentarle con informes de
su malvada predicación empleando a Cristo como excusa para sus tejemanejes.
Querían provocar en Pablo una preocupación y desazón al querer meter cizaña en
la incipiente comunidad de fe romana.
Sin
embargo, la respuesta de Pablo es sorprendentemente optimista. Sea que se
predique a Cristo desde la intencionalidad dañina, o sea que se anuncie el
evangelio desde la buena voluntad y el amor, lo cierto es que el nombre de
Cristo comienza a sonar entre las gentes de Roma, y esto llevará a nuevas
ocasiones para alcanzar al mayor número de personas posibles. Los que promueven
el evangelio de manera sincera y según el modelo de Pablo saben perfectamente
que defender el evangelio a veces exige sacrificios y tratos vejatorios,
señales claras de que la incomodidad del mensaje de Cristo y el discipulado
requieren de un coste en términos de comodidad y reconocimiento social. Pablo
se alegra y seguirá sonriendo a pesar de los pesares, y quiere contagiar ese gozo a los filipenses,
para que sepan que al final todo redunda para beneficio de la extensión del
Reino de Dios.
C.
OPTIMISMO PERSONAL
“Porque sé
que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto
resultará en mi liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada
seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también
será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí
el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta
para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas
cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo
cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de
vosotros. Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos
vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, para que abunde vuestra gloria
de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.” (vv. 20-26)
¿Y qué
podemos decir del estado anímico del propio Pablo en referencia a su propia
persona? Si alegre y gozoso se muestra al ver como el evangelio va in crescendo
en torno suyo, mayor regocijo y júbilo se instala en su corazón al recibir las
oraciones y plegarias que sus hermanos en Filipos entregan a Dios cada día por
su liberación de las cadenas que lo tienen sujeto y confinado en la prisión. Su
gozo contagioso se basa y fundamenta en la suministración del Espíritu Santo,
esto es, su ayuda y fortaleza que trascienden los muros y los centinelas que lo
mantienen encerrado, y en el amor que le prodigan todos los hermanos que ruegan
con fervor a Dios. ¿Existe alguna motivación mejor que esta para vivir gozoso
aun en los momentos más difíciles de su ministerio misionero? Sabe con claridad
que no será defraudado por Dios, el cual recogerá el clamor de su pueblo a
favor de Pablo para cumplir sus propósitos en él. Ese es su deseo y esperanza,
ser libertado de sus grilletes para continuar su misión de expandir el
conocimiento de Dios y de su plan de redención para toda la humanidad. El
apóstol, incluso es capaz de introducir la variable de que esto no llegue a ser
una realidad, de que no sea liberado por sus captores, pero lo hace para
tranquilizar a sus hermanos. En ese optimismo contagioso que le otorga estar
bajo la soberanía de Dios en todo instante, él ya está listo para que suceda lo
que suceda con él, y Cristo será glorificado y magnificado en su trayectoria y
en su ejemplo, sea en la vida o en la muerte.
Pablo
posee una nitidez asombrosa de lo que supone Cristo para su vida. No estima su
seguridad personal o su integridad física como obstáculos para continuar su
comunión íntima y amorosa con Cristo. Su vida es de Cristo y para Cristo, y su
muerte, resultado del martirio por servir a Dios antes que a los hombres y a su
propia carne, es para Cristo y en Cristo. El fin de su vida, y así lo entiende
él desde su poderosa fe, es el mejor galardón que cualquiera pudiera recibir
tras una carrera cristiana erizada de peligros y amenazas. Y de nuevo Pablo
retoma su esperanza de verse en libertad, puesto que el peso y la carga que
existe en su corazón es el de seguir aumentando el número de creyentes en
Cristo en vida. Expresa de forma memorable esa disyuntiva que todo cristiano
debe tener en un momento dado: las ganas de estar en la eternidad con Cristo,
gozando y disfrutando de la gloria celestial, y permanecer en este plano de la
realidad para seguir ministrando, sirviendo y alentando la obra misionera y
evangelizadora allí donde estamos. No obstante, escoge la confianza de volver a
ver a sus amados hermanos y la seguridad de que podrán aprovechar el tiempo en
el crecimiento y madurez de la iglesia.
CONCLUSIÓN
Pablo
sabe que sigue siendo necesario con vida, puesto que ese gozo y optimismo ante
la vida y la muerte, aún deben ser compartidos para edificación del pueblo de
Dios. Todo este optimismo es un hasta luego que serena y apacigua la
preocupación de sus hermanos filipenses. Del mismo modo que hemos podido
comprobar la manera en que Pablo afrontaba sus prisiones, con optimismo y
alegría, así hemos de considerar cualquier oposición, barrera u obstáculo para
el evangelio. Ser pesimistas no está en el ADN espiritual del creyente, puesto
que supondría dudar del poder y de la capacidad que Dios tiene de cambiar
nuestras circunstancias o de usarlas para sus propósitos. Tal vez se nos
cierren puertas, pero con la actitud debida que el Espíritu Santo nos confiere,
de optimismo y confianza, todo redundará en beneficio para el evangelio y para
la glorificación de Cristo. Contagia este gozo a tus hermanos y peleemos la
buena batalla de la fe hasta recibir la recompensa de Dios a aquellos que no
dejan de predicar su evangelio de salvación.
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