SEIS TROMPETAS I


 

SERIE DE ESTUDIOS SOBRE APOCALIPSIS “SELLOS Y TROMPETAS DEL FIN DEL MUNDO” 

TEXTO BÍBLICO: APOCALIPSIS 8:6-13 

INTRODUCCIÓN 

      Posiblemente todos habréis oído alguna vez de la película de 2009 titulada “2012” en la que se cumplen las profecías mayas acerca del fin del mundo con una serie de cataclismos, fenómenos catastróficos y actividades volcánicas y sísmicas. También tal vez hayáis visionado la película “Armagedón” de 1998 en la que la tierra es amenazada por un asteroide que está a punto de impactar contra ella, y en la que un equipo de perforadores petrolíferos intenta hacer estallar este meteorito antes de que destruya absolutamente todo. Podríamos hablar de un montón de filmes etiquetados como cine catástrofe en los que la humanidad se halla al borde de su extinción, pero que, a última hora, con la fe y los recursos de un planeta unido, todo se soluciona dando paso a los aplausos de turno mientras las sonrisas afloran entre el hollín y la sangre. Ahí tenemos a “Greenland” (2020) o “El día después de mañana” (2007), por poner algunos casos más o menos famosos de esta clase de películas. El caso en que, en todas ellas, la humanidad sobrevive para intentar construir un mundo mejor. 

      De algún modo, los directores y guionistas de cine que crean estos contenidos tienen en mente algo que siempre ha estado presente en el imaginario global de la humanidad: el peligro más o menos inmediato de que el mundo colapse, las fuerzas de la naturaleza se alíen de tal manera que se vuelvan contra las criaturas que pueblan el orbe terrestre, y una violenta revolución geológica, atmosférica o asteroidal que erradique a ese virus conocido como ser humano. Sin embargo, la esperanza en la humanidad siempre vence justo en el instante más crítico de la trama, tirando de habilidades geniales, de valentía a raudales y de una fe en que el final no puede llegar a ser. Esos discursos tan típicos de las producciones norteamericanas en las que se arenga con lemas y eslóganes desafiantes, aparecen como movimiento catalizador de una energía planetaria que es capaz de derrotar cualquier amenaza de extinción humana. Al humanismo le gusta pensar que el ente mortal que es el ser humano posee la fuerza y los instrumentos como para triunfar pírricamente sobre determinadas fuerzas salvajes de la naturaleza que son capaces de destruirlo todo a su paso. 

1. LA PRIMERA TROMPETA 

      Lamento tener que pinchar el globo de la soberbia humana en esta ocasión. Quizá en la gran pantalla sea muy atractivo poder contemplar cómo el ser humano se alza victorioso y exultante tras una dura batalla contra la desatada acción de los elementos, pero la realidad que espera a la raza humana justo antes del final de la historia según lo consignado en el libro del Apocalipsis, no es precisamente de este pensamiento. Los sellos del libro que ha sido entregado en manos del Cordero de Dios, del Cristo, han sido uno a uno abiertos como primera advertencia a un mundo entregado a la idolatría y a la inmoralidad. Tras el séptimo sello, una serie de ángeles se aprestan para tocar otras siete trompetas que simbolizan el juicio sumario de Dios sobre todas sus criaturas, juicio que tiene su sentido en tanto en cuanto el pecado ha abundado sobremanera sobre la faz de la tierra: Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.” (v. 6) 

       Estos seres angélicos tienen una responsabilidad tremenda, por cuanto van a dar inicio a una serie de sentencias y penalizaciones que repercutirán de forma real sobre los seres vivientes de la tierra. No podemos obviar la semejanza de estos juicios divinos con las plagas de Egipto, las cuales tenían como objetivo último la liberación de Israel de la esclavitud. El juicio de Dios aplicado sobre la dimensión terrenal también posee esta consideración liberatoria para la creación que gime y grita a causa de la maldad del ser humano. Así, el primero de los ángeles infla sus carrillos, toma aire y sopla con todas sus fuerzas la trompeta dorada que desatará la destrucción sobre la vegetación del planeta: “El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde.” (v. 7) 

      Como bien sabemos, las imágenes que Juan va a describir aúnan literalidad con simbolismo, metáfora con factualidad. Por tanto, sin apresurarnos a determinar el significado concreto de lo que los ojos asombrados de Juan observan, hemos de decir que el hecho de que una gran cantidad de granizo y fuego, señales inequívocas del juicio divino sobre los impíos, se mezcle con sangre, signo claro de que la vida se está derramando y cortando de raíz, marcan un acontecimiento, posiblemente meteorológico eléctrico, o incluso relacionado con la actividad volcánica que tan activa siempre se ha mostrado en la superficie terráquea, que aniquilará una gran parte de la flora que existe. Este cataclismo de naturaleza indeterminada para nosotros, y del que solamente podemos realizar alguna que otra suposición, logra que desgraciadamente la tercera parte de los árboles frutales y la verde hierba que crecen en la tierra se vean fatalmente afectados.  

     Imaginemos todo el Amazonas sudamericano devastado por completo, el pulmón de la creación arrasado hasta las raíces. ¿Qué consecuencias depararían a los habitantes de la tierra? Grandes cantidades de animales herbívoros morirían irremisiblemente, la generación de oxígeno caería en picado, muchas medicinas, las cuales existen gracias a la vegetación destruida, dejarían de producirse, y la erosión comenzaría a hacer de las suyas a una escala inimaginable. No cabe duda de que es una escena realmente dantesca. Sin verduras, frutas y tubérculos suficientes para dar de comer a toda la humanidad en su más álgido nivel demográfico, las economías se desplomarían, los precios ascenderían hasta las nubes y los productos de primera necesidad nutricional estarían sujetos a la especulación más tremebunda. 

2. LA SEGUNDA TROMPETA 

     Si grande es la miseria que desciende sobre la humanidad y la creación en general con la primera trompeta, no pensemos que la segunda será más suave y misericordiosa en sus efectos: “El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.” (vv. 8-9) 

      Algunos quieren o creen ver aquí, de forma literal, un meteorito incandescente a causa de su fricción con la atmósfera, que se precipita sobre el océano terrestre, provocando la mortandad sobre una gran parte de los seres vivos que pueblan los mares. Las consecuencias de este descomunal choque con la superficie acuática del planeta son terribles, sobre todo si volvemos a atender de nuevo al término “sangre” que aparece aquí, señalando el final de gran parte de la vida que mora en las profundidades marinas, o el tono de color que puede asociarse con la composición ferrosa de esta gran roca espacial. Pero no solo fallece un tercio de las criaturas oceánicas, sino que también un tercio de las flotas que surcan las procelosas aguas del mundo marítimo son totalmente desarboladas y hundidas en los abismos. Si añadimos a la carestía de productos vegetales la falta repentina de pescado con el que mercadear y alimentarse, así como la interrupción abrupta de las rutas comerciales marítimas, el caos comienza a ser algo insoportable y el mensaje que transmite es el de que el juicio de Dios ha llegado para quedarse. El mundo ya está al tanto de que Dios cumple con su palabra y de que es absoluta y rotundamente real. 

3. EL TERCER ÁNGEL 

      El tercer ángel empuñando con firmeza su trompeta, hace que esta suene con un eco terrorífico y sobrecogedor: “El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.” (vv. 10-11) 

     De nuevo, la imagen de un objeto indeterminado que cae a plomo sobre la tierra nos sugiere que todo surge de la acción divina de juicio y condenación. Esta estrella, considerada por algunos como una especie de cometa o también como un meteorito al rojo vivo, se estrella violentamente contra los ríos y las fuentes que brindan el agua dulce y potable a los moradores terrestres. Las repercusiones que este astro fulgurante se cobra son realmente estremecedoras. El propio nombre que Juan pone a este fenómeno brutal del universo lo dice todo. Llamada “Ajenjo,” su contacto con los torrentes y corrientes de agua hace que estas vean transformado, no solo su sabor, sino también su salubridad y potabilidad. Todos sabemos que el ser humano depende fundamentalmente del agua potable, y sin esta, todas las personas pueden llegar a morir sedientas y deshidratadas. 

      El ajenjo, planta herbácea del género Artemisia, y nativa de las regiones templadas de Europa, Asia y Norte de África, es ampliamente conocida por los antiguos dado su uso tónico, febrífugo y antihelmíntico. Su sabor amargo también era famoso, sobre todo por aquellos que consumían la bebida de la absenta o vermut, la cual era un potente neurotóxico que causaba adicción y que, en grandes cantidades, solía llevar a la tumba a quienes la bebían. El ajenjo tiene un componente llamado tuyona, que es muy tóxico para el hígado y el cerebro. Pensemos por un instante en grandes cantidades de este veneno en un tercio de las aguas dulces y de los pozos y acuíferos del planeta. No es extraño que muchas personas que beben de estas corrientes fallezcan entre grandes dolores y sufrimientos. El ser humano puede comprobar con este castigo celestial que no se halla a salvo de la mano justa del Altísimo. 

4. LA CUARTA TROMPETA 

      El cuarto ángel, sin dar respiro alguno a la maltrecha y confundida humanidad, toca su respectiva trompeta de oro para oscurecer el panorama trágico por el que atraviesa la creación terráquea: “El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.” (v. 12) 

      No sabemos a ciencia cierta de qué forma puede verse reducida la duración del tiempo de luz de toda la tierra. ¿Un eclipse parcial? ¿Alguna clase de fenómeno atmosférico que opaque la luminosidad del sol, de la luna y de las constelaciones? La cuestión es que algo muy poco natural sucederá en el firmamento, trastocando el ritmo de las estaciones, de los días y de las noches, de las mareas y del estilo de vida de millones de personas. La oscuridad más tenebrosa se adueñaría de gran parte de la jornada, las pocas plantas y vegetales que todavía quedan se verían negativamente afectadas en su crecimiento y reproducción, los ritmos circadianos, tanto de animales como de seres humanos, se verían severamente trastocados, las horas de sueño y vigilia influirían nocivamente sobre el organismo de los seres vivos. Un absoluto desastre que añadir a las anteriores medidas divinas de juicio sobre la humanidad enquistada en sus pecados e idolatrías. ¿Se darían cuenta de que esto ya no es producto de su negligencia climática o de su explotación de la naturaleza, sino que es Dios mismo el que envía estas ásperas advertencias a los que aún siguen con vida? 

      Y justo antes de que la quinta trompeta dé su voz atronadora y añadir más tragedia y drama a la historia humana, un ángel surge repentinamente para ofrecer un breve momento de descanso a los que están padeciendo las consecuencias del juicio de Dios: “Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!” (v. 13) 

     No esperemos misericordia o gracia en estos instantes de pausa. No pensemos que Dios se arrepiente de sus acciones punitivas o se está ablandando al ver cómo sus criaturas son afligidas a causa de los cataclismos globales que Él mismo ha diseñado y enviado. Cuando Cristo vuelva de nuevo, el tiempo para el arrepentimiento o la confesión de pecados habrá terminado, y será el momento de la vindicación de los santos mártires y del juicio de todas las naciones. Este ángel que aparece en medio del cielo, no viene a calmar la tormenta, o a aportar consuelo a los afectados por el juicio de Dios. Simplemente lo hace para lamentar la suerte que han de correr aquellos que siguen empecinados en su actitud contraria a Dios, a Cristo y a su evangelio. Lo hace con tres ayes, tres expresiones de pena y tristeza que prologan una escalada en las actuaciones judiciales de Dios. Si la humanidad que todavía sobrevive a las primeras cuatro trompetas piensa que nada peor puede acaecerles, está rematadamente equivocada. Todavía quedan tres trompetas, a cuál más horripilante y dañina para los intereses de los incrédulos y duros de corazón. Lo peor está todavía por llegar, ¿y quién podrá mantenerse en pie? 

CONCLUSIÓN 

      A diferencia de los filmes que citamos en la introducción, en los acontecimientos narrados por Juan en este episodio de las trompetas, la destrucción y el juicio son demasiado abrumadores y poderosos como para que la humanidad tenga tiempo y capacidad de reaccionar. Por mucho que se afane el ser humano en arreglar y solventar esta papeleta de juicio universal, nada podrá lograr. La muerte ya está segando miles de vidas, y nada que pueda idear el mortal podrá ayudarle a salir de esta.  

     Cuando Dios juzga, el ser humano solo puede callar y esperar su sentencia. Como Creador de todas las cosas, emplea aquellos elementos sobre los que tiene poder para que sean instrumentos de su castigo a consecuencia del pecado de los que no desean dar su brazo a torcer en lo que respecta a su decisión de someterse a Dios.  

     ¿Serán tan terribles las tres trompetas que restan? ¿Habrá alguien que asuma su culpa por causa de su pecado y se arrepienta antes de que las cosas vayan a más? La respuesta a estas preguntas y a muchas otras más, en el siguiente estudio sobre el libro de Apocalipsis.

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