TONTOS DE CAPIROTE

SERIE DE SERMONES EN PROVERBIOS “SAPIENTIA”
TEXTO BÍBLICO: PROVERBIOS 1:20-33
INTRODUCCIÓN
La tontería y la tontuna no dejan de campar a sus anchas por todo el orbe terrestre. La idiotez supina sigue cotizando muy alto en la bolsa de las vanidades, y la estupidez total abarrota cualquier esfera política, empresarial, religiosa e ideológica. No hay más que darle una patada a una piedra, y he ahí, hallas a un abismado de tomo y lomo predispuesto a engalanar nuestras vidas con perlas escogidas de ignorancia al por mayor. Los tontucios y panarras de turno se dedican a ir por la vida diseminando su escasa inteligencia, soltando lo primero que se les pasa por la mente sin pensar en las consecuencias, mientras intentan por todos los medios hacerse pasar por doctores y licenciados. Es curioso que en un mundo en el que la información, la educación y la cultura están tan a la mano de cualquier persona, sigan multiplicándose ejércitos de individuos que incluso se jactan y enorgullecen de ser mentecatos y bobos. Como alguno se atreve a afirmar, “la ignorancia es la felicidad.” Sin embargo, fue Baltasar Gracián, escritor español del s. XV, el que acuñó una frase que describe a la perfección la naturaleza humana de todas las épocas: Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen.”
Sin faltar al respeto a nadie, y sin buscar polémicas innecesarias, la verdad de la cuestión se impone. Hay mucho tonto suelto por las calles de nuestras ciudades, hay más sin sustancias en lugares de responsabilidad y existen más mendrugos de los que nos podemos imaginar. No me refiero a personas incultas o que no han tenido la oportunidad de estudiar una carrera o profesión, no. Me refiero a personas, que, incluso teniendo un bagaje cultural e intelectual considerable, sigue dejándose guiar por las opiniones sin acreditar de los demás, por sus corazonadas y consiente en dejarse manipular por el criterio de otros individuos. No tienen un espíritu crítico que les permita valorar cualquier circunstancia desde una sabiduría equilibrada y racional. En el plano espiritual, al igual que en el de las decisiones cotidianas en trabajo, política y relaciones varias, seguramente existen muchas más personas que, en lugar de emplear con sensatez y tino las directrices de la Palabra de Dios con el objetivo de vivir vidas tranquilas y satisfactorias, prefieren encauzar sus estilos de vida al margen de la voluntad y consejería divinas.
1. UN EJÉRCITO DE TONTOS DE CAPIROTE
Salomón conocía muy bien a esta clase de seres humanos: simples como el mecanismo de un botijo, burlones sarcásticos que se carcajeaban de cualquier consejo proveniente de Dios, e imprudentes asnúpidos que no ven más allá de sus narices. Todos ellos necesitaban como la lluvia el desierto de la sabiduría perfecta, beneficiosa y transformadora de Dios. Esta es una de las razones por las que el sabio rey compila este libro de proverbios, para cambiar una mente de pollo en un cerebro preparado y adaptado para salir airoso de cuantos problemas y circunstancias apareciesen en la vida de cualquier persona. Salomón desea dejar meridianamente clara una cosa: la sabiduría, el temor de Dios, cómo conducirse por la vida sensatamente, es algo público, gratuito y enteramente disponible para cualquier persona que desease apropiarse de ella. La sabiduría es personificada aquí para pregonar la oportunidad que todo el mundo tiene de dejar a un lado la estulticia y dejarse beneficiar por la riqueza abundante que brota de vivir bajo su dirección y guía: “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión, a la entrada de las puertas de la ciudad dice sus razones: ¿Hasta cuándo, ingenuos, amaréis la ingenuidad? ¿Hasta cuándo los burlones desearán burlarse y los insensatos aborrecerán el conocimiento?” (vv. 20-22)
Si contemplamos y escuchamos a la sabiduría a voz en grito por todas las esquinas, foros, plazas y entradas de la ciudad, es porque no cesa ni desiste en comunicar a todos la posibilidad inmejorable de arrinconar la tontería para dejar que la sabiduría se adueñe de sus existencias. Está disponible para todos, no hay que pagar ni una moneda para acceder a ella, exhibe sus argumentos razonables y sus beneficios inmediatos, y busca por encima de todo, reavivar la necesidad de que cada ser humano camine según la voluntad benefactora de Dios. Se multiplica en sus esfuerzos transmisores dado que la estupidez puede habitar, y, de hecho, habita, en cualquier localización urbana. No existe un ecosistema concreto donde podamos encontrar el hábitat de este espécimen humano. Está en todas partes, y por ello, la sabiduría debe andar por todas las vías y callejones proclamando el mensaje de la reconvención y la amonestación contra todos aquellos que se empecinan en vivir miserablemente sobre la base de su ignorancia y simpleza.
La pregunta que lanza al viento la sabiduría es sumamente esclarecedora: “¿Hasta cuándo los que se muestran indiferentes, irreflexivos, contumaces y desconsiderados con respecto a la sabiduría divina, darán su brazo a torcer en favor de la sapiencia celestial? ¿Hasta cuándo los que hacen escarnio tanto de lo humano como de lo divino, los que condenan las advertencias de Dios, y los que ridiculizan sus promesas, seguirán en sus trece haciendo de las suyas? ¿Hasta cuándo los que caminan según la vista de sus ojos y la imaginación de sus corazones odiarán la sabiduría a causa de sus lógicas restricciones?” parece preguntar el sabio a los estólidos, los obstinados, y los cabezaduras del mundo entero. ¿Podrá la sociedad seguir aguantando a esta clase de personas que huyen del compromiso de la sabiduría? ¿En qué momento la paciencia de Dios llegará a su término? Es triste comprobar cómo existe gente que adora y se complace en ser tontos de capirote, y que encima cuelga en las redes sociales todo tipo de comentarios espeluznantes por su falta de criterio y su sobradez intelectual.
2. EL ARREPENTIMIENTO DE LOS TONTOS DE CAPIROTE
¿Qué ofrece Dios en su sabiduría al ser humano? Justo aquello que necesita y que anhela a pesar de que exteriormente siga entregándose al peligroso y arriesgado juego de la tontuna: “¡Volveos a mi reprensión!, pues ciertamente yo derramaré mi espíritu sobre vosotros y os haré saber mis palabras... pero el que me escuche vivirá confiadamente, estará tranquilo, sin temor del mal.” (vv. 23, 33) Si el simple, el burlón y el insensato recapacita sobre sus caminos, si acepta de buen grado la reconvención y disciplina de Dios, y si, al fin, decide hacer suya la sabiduría que procede de lo alto, el Señor infundirá sobre su vida su Espíritu Santo, aquel que dicta a la conciencia la senda verdadera y recta que conduce a la vida, aquel que ayuda a discriminar entre el bien y el mal en cualquier situación cotidiana, aquel que insufla de vigor y firmeza a los dictados y principios rectores que de ahí en adelante estarán fundamentados en las Escrituras. Vivir en el espíritu supondrá una nueva visión de la existencia, de las prioridades, del conocimiento y de la comunión con Dios. Será como resurgir del polvo para alcanzar las cotas de entendimiento más altas que pueda alguien imaginar o soñar.
Asimilar plenamente la sabiduría de Dios por medio de su revelación procurará a quien la asuma toda una vida exenta de inseguridades, de temores o de preocupaciones. Habrá problemas, no cabe duda, pero la confianza total en el cuidado de Dios sobre toda su dinámica vital devengará en paz de espíritu y tranquilidad mental. El que escucha constantemente las enseñanzas del Señor, el que presta oído a sus consejos y amonestaciones poseerá la capacidad impagable de mantenerse tranquilo, aunque el oleaje tempestuoso de las circunstancias que lo rodean pueda sugerir desasosiego e incertidumbre. Prestar atención a las lecciones beneficiosas de la Palabra de Dios logrará que el mal y todas sus manifestaciones queden obstaculizadas por la gracia divina y el don de discernirlo en todas sus formas y expresiones. En un mundo como el nuestro que vive desazonado, deprimido a causa de mil y una preocupaciones, en el que la sospecha se ha instalado en los corazones de todo vecino, y en el que la tontería es elevada a los altares por personajes faltos de mollera, ¿acaso no es necesario acudir a Dios solicitando de su sabiduría gloriosa y así promover una sociedad inteligente y consciente de la soberanía de Cristo?
3. LA OBSTINACIÓN DE LOS TONTOS DE CAPIROTE
Vistos los beneficios, cualquiera daría lo que fuese por servir a los propósitos de la sabiduría de Dios. No obstante, la realidad se impone y nos cuesta trabajo hallar a personas que de verdad son buscadores de la verdad, de la fe y de Dios. Todo nos hace pensar que vivimos en una sociedad donde se premia la ignorancia, donde se ríen las gracias que perpetran los tontos de capirote, y donde burlarse de la sabiduría bíblica es el juego preferido de los catetos: “Yo os llamé, pero no quisisteis escuchar; tendí mi mano, pero no hubo quien atendiera, sino que desechasteis todos mis consejos y rechazasteis mi reprensión... Por cuanto aborrecieron la sabiduría y no escogieron el temor de Jehová, sino que rechazaron mi consejo y menospreciaron todas mis reprensiones.” (vv. 24-25, 29-30)
La voz de Dios se ha escuchado desde siempre y se seguirá oyendo para siempre. La cuestión es que alguien desee escucharla. Algunos hemos prestado atención a la voz profética y apostólica que se citan en la Biblia, y hemos podido comprobar el bien que nos ha hecho, que nos hace, y que, a buen seguro, nos hará. Ahora, también hay personas que han optado por cerrar sus oídos de manera voluntaria y obstinada, que han escogido rechazar la ayuda y el auxilio que Dios les ofrecía desde su amor y misericordia, que han menospreciado todas las advertencias y consejos para vivir mejor y con sentido delante de Él, y que han abominado de la posibilidad de reconocer sus errores y de arrepentirse de sus bravatas y malos procederes.
¿A cuántos no conocemos de nuestro alrededor que, no solamente han ignorado el deseo de salvación de Dios para sus vidas, sino que encima han mostrado una aversión tal que hemos recibido de ellos insultos, exabruptos y mofas cuando les presentamos el evangelio de Cristo? ¿A cuántas personas no hemos contemplado desdeñar la voluntad sabia y beneficiosa de Dios a cambio de seguir viviendo vidas mediocres, miserables y autodestructivas? Conocemos a muchas personas de este tipo, que se ríen de nosotros y de nuestra fe, que hacen chistes jocosos y de mal gusto sobre Dios y sobre su Palabra, que no respetan ni un ápice nuestros principios y valores, anclados todos ellos en la soberanía de Dios. Son más listos que Dios, son más sabios que Él, son más astutos que nadie. Ellos son dueños de su destino y de sus actos, de sus estrategias y de sus planes, amos de su pensamiento y de sus objetivos.
4. LA PERDICIÓN DE LOS TONTOS DE CAPIROTE
Bien, pues si ellos son los que crean la sabiduría, son los que estiman qué es verdad y qué no lo es, qué está bien y qué está mal, deben atenerse a las consecuencias: “Por eso, también yo me reiré en vuestra calamidad, me burlaré cuando os venga lo que teméis, cuando venga como una destrucción lo que teméis y vuestra calamidad llegue como un torbellino; cuando sobre vosotros venga tribulación y angustia. Entonces me llamarán, pero no responderé; me buscarán de mañana, pero no me hallarán... Comerán del fruto de su camino y se hastiarán de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, la prosperidad de los necios los echará a perder.” (vv. 26-28, 31-32) Los anaqueles de las librerías están llenos de libros de autoayuda o crecimiento personal, cosa que me hace pensar en la insensatez humana de pretender solucionar sus problemas, de alcanzar una madurez plena en todos los sentidos, y de idear estrategias, a cual más enrevesada y loca, para lograr lo imposible, esto es, la auténtica realización existencial. Desconocen, o no desean conocer, que solamente en Dios es posible lograr la felicidad y el sentido absoluto del ser.
Claro, cuando estos gurús de la autoayuda, o estos imprudentes que piensan que por sus propios medios y con sus propias fuerzas, pueden llegar a gozar de la vida de forma completa, se ven envueltos en la desgracia, en el duro y abrumador infortunio que los oprima y los cruja vivos, y en la tempestad más destructora y debilitante, se dan cuenta, demasiado tarde a veces, de que no tienen la capacidad de solventar sus miedos, congojas y ansiedades. Ahí es donde todos los ateos, los incrédulos y los escépticos se santiguan, rezan a los santos, se acogen a la misericordia de Dios y claman a Santa Bárbara. Ahora sí, ¿verdad? Cuando Dios les estaba llamando por las calles a que recapacitaran y se arrepintiesen de su falsa sabiduría o carencia de la misma, ellos se reían de Dios. Ahora es el turno del Altísimo de hacerles aprender por las malas que el orgullo y el desprecio no son los mejores caminos para el futuro. Llegará un día en el que el auxilio y el socorro celestial ya no estarán disponibles para estos tontos de capirote. Llegará el momento en el que las puertas de la salvación se cerrarán para siempre, y nadie, por muy temprano o muy piadosamente que se levante para rogar la intervención divina, podrá ya escapar de las repercusiones y responsabilidades de sus actos impíos.
El ser humano, por otro lado, nos dice el rey sabio, es inconstante en sus caminos, sobre todo cuando éstos solamente ofrezcan más mal que bien, más desasosiego que paz, y más vacío existencial que satisfacción espiritual. Tal vez al principio, con la novedad de las tendencias en términos de autoayuda, alguien pueda llegar a ser efímeramente feliz, pero un día se dará cuenta de que esta senda trascendente ya no le basta, que el método elegido no colma sus expectativas de bienestar interior. Aquellos que siguen a falsos y charlatanes maestros espirituales, serán seducidos hasta perderlo todo en la búsqueda de algo que no es posible recibir si no es de manos de Dios. Aquellos que fían todo a las ocurrencias estrambóticas de personajes con ánimo de lucro, no tardarán en contemplar decepcionados como los despluman sin compasión. Aquellos que se dejan influenciar por la prosperidad que les promete un pseudoguía de la vida, haciendo tal o cual cosa, sin contar con Dios, acabará observando como los bolsillos se llenan de polvo y telarañas. Aquellos que se adscriben a la protección, consejos y exhortaciones de curanderos y demás sinvergüenzas de lo paranormal, terminarán degustando el amargo fruto de su incredulidad en Dios y de su confianza en lo humano. En definitiva, Salomón deja nítida la idea de que, cuando se desea vivir al margen de la sabiduría gratuita y bendita de Dios, las perspectivas de futuro no son nada halagüeñas.
CONCLUSIÓN
Solo existen dos vías en la vida que los seres humanos toman para tratar de lograr la felicidad: la vía del autoengaño y de la autoayuda, y la vía de la verdad y de la sabiduría divina. ¿Que quieres ser un tonto de capirote? Eres absolutamente libre para escoger la vereda de los insensatos, mentecatos y cerriles, y así vivir una vida repleta de sinsabores, de desilusiones y de desgracias a tutiplén. ¿Deseas revertir tu tendencia autodestructiva al haber estado siempre al servicio de tu egocentrismo, para anhelar ser instruido por la Palabra de Dios, y así disfrutar auténticamente de la vida que Dios ha planeado para tí? Simplemente debes rogar al Señor que te enseñe e inculque el evangelio de su Hijo Jesucristo, que te zambulla en las profundidades de su revelación bíblica y que transforme tu distorsionada visión de lo que es realmente importante y nuclear en la vida. Mi consejo es que quites de tu coronilla el capirote que te señala como simplón, y abras de par en par la Biblia, lugar en el que la voluntad sabia y perfecta de Dios te ha de hablar para tu salvación.

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