MEDICINA PARA LA TONTUNA

SERIE DE SERMONES SOBRE PROVERBIOS “SAPIENTIA”
TEXTO BÍBLICO: PROVERBIOS 2:1-15
INTRODUCCIÓN
La mayoría de enfermedades y patologías hoy día tienen su tratamiento. La ciencia médica ha avanzado enormemente, y problemas de salud que antaño se cobraban una cantidad desmesurada de víctimas en epidemias y plagas descomunales, hoy pueden controlarse, e incluso erradicarse, por medio de vacunas y remedios de eficacia contrastada. Los laboratorios farmacéuticos, una de las áreas que más invierte y gana en términos empresariales, progresan día a día en el descubrimiento de novedosas medicinas y sustancias que sanan prácticamente cualquier dolencia conocida. Desgraciadamente, en países donde la carestía, la pobreza y la corrupción política se convierten en la auténtica enfermedad de la sociedad, muchas veces esos medicamentos tan sencillos de conseguir en cualquier farmacia y sin receta, son casi imposibles de adquirir. Por lo general, aquí en occidente, y en aquellos países como el nuestro, los cuales tienen un sistema de seguridad social y sanidad universal compacto, y más o menos coordinado, cualquier persona que se siente indispuesta logra en unas horas ser atendido de urgencia para resolver el problema de salud que le acucie.
En relación a nuestro organismo, a nuestra anatomía y a la parcela física de nuestro ser, los avances tecnológicos, víricos y farmacéuticos nos hacen vivir relativamente tranquilos y seguros. Sabemos que existen enfermedades contagiosas que nos afectan en momentos concretos del año como la gripe, los catarros o resfriados, la varicela o el sarampión, y otras afecciones menos conocidas o extrañas que padece un porcentaje pequeño de la población. Sin embargo, en otra dimensión de nuestro ser, en este caso, la espiritual, sigue existiendo una pandemia de grado mayúsculo y con altas probabilidades de ser contagiosa e infecciosa llamada vulgarmente “tontuna.”
  1. DIAGNÓSTICO DE LA TONTUNA
La tontuna se caracteriza por un talante puramente malvado y perverso. Sea cual sea el pensamiento que se esté cociendo en el interior del cacumen de estos enfermos, siempre tiene como intención perpetrar cualquier delito contra la integridad propia o la ajena. Su mente es tan retorcida que cuesta trabajo devanarla y analizarla con psicoterapias, técnicas cognitivas y exámenes del subconsciente. Se instalan en unas tinieblas emocionales y psicológicas tan densas que prácticamente es casi imposible dictaminar si están en su sano juicio, si hacen lo que hacen por puro placer, o si se trata de una enfermedad mental que lo vuelve antisocial. Su deleite y fruición por culminar sus intenciones en formas creativas e imaginativas de hacer el mal y provocar dolor en sus congéneres es realmente sobrecogedora. Los vicios más abyectos y corrompidos se han convertido en sus dueños y señores, moviendo los hilos de sus vidas a modo de polichinelas y marionetas sin voluntad propia.
Salomón, médico de cabecera de la antigüedad, y especialista dentro del campo de la tontunología, señala los efectos que esta enfermedad causa en quienes son objeto de esta: “Son hombres que hablan perversamente, que abandonan los caminos rectos para andar por sendas tenebrosas, que disfrutan haciendo el mal y se gozan con las perversiones del vicio, las veredas de los cuales son torcidas, y torcidos sus caminos.” (vv. 12-15)
Si la descripción de los afectados por esta peste llamada “tontuna” ya es de por sí bastante preocupante, lo que más nos debe preocupar es su índole contagiosa. Puedes ser una persona inteligente, moderada y equilibrada en la vida, y de repente, aparece un tonto, te camela con promesas sin fundamento y tentaciones sin vía de escape, y te inocula su veneno hasta que comienzas a comulgar con su tontería y su insensatez supinas. Tú, que tenías muy claras muchas cosas, que creías que tu futuro era brillante y prometedor, y que habías planificado cada detalle de tu carrera profesional, de tus expectativas familiares, y de tu porvenir glorioso, ahora eres una víctima más de la tontuna, y de repente todo por lo que habías luchado, por lo que habías sacrificado tanto, se convierte en neblina y polvo al viento. Has sucumbido a los efectos de la tontuna y tu camino ha pasado de dorado fulgurante a fundido en negro. Te codeas con más esclavos de la tontuna, dejas de concentrarte en hacer el bien a los demás, y sucumbes a las ideas más absurdas e imprudentes que te proponen otros enfermos de tontuna.
Considerando las actuaciones de determinadas personas que nos rodean o que aparecen en las noticias de cada día, no cabe duda de que, aquellos que buscamos la sabiduría en Dios y en su Palabra, estamos siendo asediados por afectados por la tontuna, y corremos el riesgo de sufrir esta misma patología si no nos mantenemos fieles al tratamiento divino, y si nuestra disciplina cristiana se resquebraja por alguna parte. La gente suele preguntarse por qué hay tanto mal en el mundo. No hace falta ser un facultativo médico para entender que es a causa de la tontuna espiritual que sigue cobrándose sus víctimas sin visos de que esto se detenga. Sin embargo, existe un remedio santo que puede comenzar a paliar el grado de enfermedad que cada uno de estos pacientes de tontuna padece: la sabiduría de Dios. No se toma en grajeas, ni en píldoras, ni en comprimidos efervescentes. La posología sugiere ingerir esta medicina contra la tontuna vía óptica. No, tampoco se trata de unas gotas para los ojos, aunque el resultado es el de aclarar la vista y el de enfocar correctamente la mirada en aquello que es importante y saludable desde lo interior, desde lo espiritual.
  1. LA RECETA CONTRA LA TONTUNA
Salomón, que sabe a lo que cualquier mortal se expone dejando las puertas abiertas a ser infectado por la tontuna, no en vano él mismo fue uno de ellos en su momento, nos prescribe una receta desde el amor, la misericordia y la experiencia para invalidar los efectos de la tontuna en nuestras vidas. Todo tiene que pasar por una condicionalidad. Del mismo modo que nuestro doctor de cabecera nos dice que si hacemos esto y lo otro enfermaremos, y que, si hacemos lo otro y lo de más allá sanaremos, así se comporta Salomón con todo aquel que quiere escuchar sus consejos contra la tontuna: Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas en ti mis mandamientos, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinas tu corazón a la prudencia, si invocas a la inteligencia y pides que la prudencia te asista; si la buscas como si fuera plata y la examinas como a un tesoro, entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios.” (vv. 1-5)
Desde el aprecio y el cariño de un padre que vela por la salud y el bienestar de su retoño, así nos habla el rey sabio. Su intención no es fastidiarnos, aguarnos la fiesta, imponernos un criterio sin que podamos aportar nuestra opinión al respecto, o infundirnos miedo. Su propósito es el de que vivamos todos los días de nuestra vida sin el estigma de la tontuna y con el temor de Dios como medicina para evitar este mal endémico y sistémico.
El primer paso para inmunizarnos contra la tontuna reside en escuchar, leer y atesorar las instrucciones que Dios da en su Palabra. No basta con echarse al coleto un jarabe sin considerar la dosis, o masticar una pastilla de forma robótica. La Biblia, como continente y esencia de la voluntad benefactora y salvífica de Dios para la humanidad, debe ser asimilada convenientemente, no por obligación, no bajo coacción, no con triquiñuelas amenazantes. Esta medicina espiritual procedente de los laboratorios celestiales ofrecerá a su consumidor sincero la posibilidad de ser auxiliado por Dios en momentos en los que la tontuna querrá hacer de las suyas, de alcanzar la prudencia a la hora de tomar decisiones relevantes para tu futuro y presente, de conocer mejor cada día a Dios y los propósitos que Él tiene prefigurados para tu felicidad. No hay otro modo de eludir la tontuna que alimentarse y nutrirse de la revelación bíblica, de las palabras de vida que de ella brotan, de los requisitos necesarios para huir de la plaga de la tontuna.
  1. DOCTOR Y FARMACÉUTICO EN UNO CONTRA LA TONTUNA
Una vez escuchada y estudiada, esta medicina santa y beneficiosa ha de considerarse como aquello que marca la diferencia entre la vida y la muerte espiritual, entre una existencia dando tumbos como un loco o un botarate, y otra repleta de satisfacciones, esperanzas y promesas hermosas del Señor. Este tratamiento eficaz debe valorarse como lo más importante de la vida, como la única solución para sortear las repercusiones nefastas que trae la tontuna a la conducta humana. Y en ese aprecio inefable que hemos de manifestar hacia la Palabra de Dios como fuente de sanidad y sabiduría espiritual, no podemos por menos que considerar el papel determinante del Señor.
Él es el médico, el farmacéutico y el científico, todo en uno, que permite que podamos llegar a olvidarnos que una vez fuimos más tontos que una alpargata: “Porque Jehová da la sabiduría y de su boca proceden el conocimiento y la inteligencia. Él provee de sana sabiduría a los rectos: es escudo para los que caminan rectamente. Él es quien guarda las veredas del juicio y preserva el camino de sus santos. Entonces comprenderás qué es justicia, juicio y equidad, y todo buen camino. Cuando la sabiduría penetre en tu corazón y el conocimiento sea grato a tu alma, la discreción te guardará y te preservará la inteligencia, para librarte del mal camino.” (vv. 6-12)
Conocer al Creador de esta fórmula magistral contra la tontuna es una gran ventaja en nuestra lucha contra la epidemia. Saber que de Él emana esta sabiduría y este conocimiento que disuelve cualquier cuerpo extraño que intente infiltrarse en el torrente de nuestro ser, supone una formidable bendición. Entender que su Palabra es su voz hablándonos, asesorándonos, colocando ciencia e inteligencia y destruyendo cualquier nódulo afectado negativamente por la insensatez, la maldad y la depravación, es un absoluto privilegio que podemos compartir con enfermos de tontuna a los que conocemos y apreciamos en cierta manera.
Si hay algo recto, justo, equitativo y bueno en la vida de aquellos que buscan una dosis de sabiduría de lo alto, es precisamente porque Dios ha respondido a sus oraciones y plegarias pidiendo discernimiento y capacidad crítica a la hora de elegir en la vida. Si cuando percibimos un peligro o amenaza, éstas pasan de largo sin influirnos ponzoñosamente, es a causa de que el Señor nos ha librado con el escudo de su protección. Desde el mismo instante en el que la vacuna bíblica penetra en nuestros corazones, desde el momento en el que somos inoculados con su remedio medicinal cuya base mengua el efecto de la tontuna de forma eficiente, nuestra mente se torna más lúcida, más clara y más abierta a ver las cosas desde la perspectiva de Dios.
Tal vez el medicamento celestial pueda irritar nuestra fina piel, quizá nos sepa amarga y dolorosa cuando se introduce en nuestra alma, pero al final, su sabor dulce y sus efectos bondadosos se harán notar en nuestros hábitos y maneras de relacionarnos con el mundo y los que en él habitan. Como muchas sustancias médicas, a veces es necesario un escozor y un breve rato de dolor para constatar que, al poco tiempo, el mal ha sido vencido. Lo mismo sucede con la Palabra de Dios, puesto que, cuando la conocemos cada vez mejor, y de forma concienzuda aceptamos la verdad que emana de ella, notamos un regusto desagradable que aparece, lógicamente, cuando nuestra visión de la vida se confronta con la perspectiva de Dios sobre ésta.
Existirán cuestiones que sacudirán nuestros cimientos, mandamientos que trataremos de eludir, requisitos que no nos vienen bien o que alterarán la ruta de nuestro viaje existencial, y verdades como puños que nos enfrentarán con quiénes somos en realidad y con qué clase de personas somos si dejamos que la tontuna nos abduzca. No obstante, todo esto es necesario para que la medicina de la sabiduría divina haga su efecto a la perfección. Una vez hemos recapacitado y asimilado que los caminos del Señor son los únicos que nos pueden evitar el trago de vivir vidas mediocres y miserables, al fin llegamos a comprender que los estatutos y proverbios de Dios son lo único firme a lo que aferrarnos en un mundo dominado por la tontuna.
CONCLUSIÓN
¿Caminas errabundo y tambaleante por las sendas de la tontuna? ¿Sigues emperrado en vivir a tu manera, como cantaba Frank Sinatra? ¿Prefieres ser un ignorante, bruto y malvado espécimen de la raza humana? ¿O aspiras a buscar sentido a tu existencia apelando al conocimiento de Dios que éste nos provee en las Escrituras? ¿Seguirás dando bandazos, cometiendo crímenes en contra de tus vecinos, rebozándote en el charco de la inmundicia y de la imprudencia temeraria? ¿O tendrás los arrestos necesarios como para alcanzar de Dios la única cura que existe para la tontuna, despojándote de esquemas mentales insanos e ideologías llenas de prejuicios contra el Médico celestial?
En tu mano está querer cambiar el rumbo de tu vida, el curso de tu desgraciada trayectoria vital y la dirección de tus acciones, pensamientos y palabras. A solo una oración de distancia, la farmacia de guardia estará a tu alcance. Sométete a la prescripción de Dios, y al fin serás libre de la lacra y carga de ser víctima de la tontuna, y podrás disfrutar felizmente de toda una vida eterna sano y salvo en los brazos de Cristo.

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