NI A IZQUIERDA NI A DERECHA


SERMONES SOBRE PROVERBIOS “SAPIENTIA”
TEXTO BÍBLICO: PROVERBIOS 3:19-35
INTRODUCCIÓN
Acabamos de dejar atrás la entrada de un nuevo año, trescientos sesenta y seis días para seguir creciendo en madurez y en fe, para continuar nuestro progreso espiritual y mental, para acrecentar la posibilidad de tener comunión con Dios y con el cuerpo de Cristo que es la iglesia. Se abre, como una flor que despliega sus pétalos anhelando el calor de los rayos del sol, para ofrecernos jornadas espléndidas en las que vislumbraremos el poder y la gracia de Dios sobre nuestras vidas, en las que el dolor hará acto de presencia para recordarnos que no somos invulnerables ni eternos, en las que las alegrías teñirán de fiesta nuestro corazón, y en las que disfrutaremos de nuestras respectivas familias. Desde el uno de enero hasta el treinta y uno de diciembre de este año, intentaremos con todas nuestras fuerzas hacer que cada día cuente, que cada momento importe, y que cada persona a la que conozcamos se sienta amada y querida. Tras la Nochevieja iniciamos un sendero repleto de oportunidades de todo tipo, un camino lleno de cal y de arena, una vereda con vericuetos tortuosos, pero también con espacios para el reposo y el goce placentero.
Muchas personas aprovechan el nacimiento del año para procurar tomarse en serio la vida, para recordar los errores del pasado y para tratar de aprender de ellos en orden a no incurrir en los mismos despistes y descalabros del año anterior. Planifican sus propósitos de enmienda, programan agendas de cambio de hábitos en las que pretenden despojarse de las influencias tóxicas para asumir otras que propicien un mejoramiento físico, intelectual y espiritual. Me parece fantástico, porque, más allá de que se logre triunfar a lo largo del año o no, existe una inquietud interna por desarraigar tendencias peligrosas y nocivas, y empeñarse en buscar soluciones que resuelvan problemas procedentes del ayer y así ser más felices. El “pero” a esta intentona es que, en la mayoría de los casos, las personas optan por la autoayuda o por dejarse guiar por métodos puramente humanos. Lógicamente, con el paso de los meses, ese entusiasmo inicial se va diluyendo en la vorágine cotidiana como un azucarillo en un café, hasta que desaparece y se vuelve a las andadas. El deseo de cambiar personalmente, simplemente atendiendo a los recursos, esfuerzos y energías propias, cuando llega a mediados de año, se torna en frustración, culpa y derrota. Y, de manera simultánea aparece la sensación de que no podemos cambiar, de que no tenemos remedio y de que no vale la pena dedicar tiempo y trabajo en esta empresa imposible de lograr.
  1. EL AÑO COMIENZA APRENDIENDO DEL CREADOR DEL COSMOS
Si queremos alcanzar nuestras metas y sueños en este año, no basta solamente con desearlo. Necesitamos la ayuda inestimable y sabia de Dios. Él es el único que puede auxiliarnos en el proyecto de vida al que queremos dar principio desde el uno de enero. Y únicamente su Palabra puede ofrecernos la hoja de ruta más satisfactoria y eficaz para caminar confiadamente durante el 2020. Todo debe comenzar por reconocer que, para vivir vidas saludables en todos los órdenes de la existencia, hemos de poner nuestra mirada en la manera en la que trabaja Dios dando realidad a la creación: Jehová fundó la tierra con sabiduría, afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia, los mares fueron divididos y destilan rocío los cielos. Hijo mío, no se aparten de tus ojos estas cosas: guarda la Ley y el consejo, que serán vida para tu alma y gracia para tu cuello.” (vv. 19-22)
Toda la creación demuestra de forma fehaciente que el mejor y más eficiente modo de vivir es viviendo con sabiduría cada día que tenemos por delante. Los cimientos inconmovibles de la tierra, las columnas y leyes que organizan los cielos y el firmamento, el orden sorprendente y asombroso en el que las aguas son amontonadas sobre la faz de nuestro planeta, y la vida que destilan las nubes sobre todo ser creado en forma de rocío refrescante, son el resultado de un Dios inteligente, diseñador, creativo y genial. Su poder se despliega en cada átomo y partícula que compone nuestra realidad. Su amor es recogido por cada detalle que pone a nuestra disposición y a disposición de todas las criaturas que caminan, vuelan, nadan y reptan en el mundo. La sobrecogedora imagen de su revelación general, el tapiz inmenso y soberbio de las galaxias, la fantástica variedad de la fauna y la flora, las formaciones naturales y las fuerzas que las gobiernan, deben ser para nosotros en este nuevo año, una inspiración, de tal manera que deseemos ser como Dios en el proceso de emplear sabiamente todo lo que Él ha puesto en nuestras manos como mayordomos suyos.
El Señor nos aconseja desde la sabiduría y la sensatez, que no olvidemos nunca la abrumadora evidencia que nos rodea en la creación: todo lo bello, lo impresionante, lo valioso y lo hermoso procede de vivir obedientemente delante del temor de Dios, el principio de toda sabiduría. La naturaleza y el cosmos son señales que podemos contemplar absortos mientras reflexionamos y meditamos sobre cómo abordar los temas y asuntos que van a ir apareciendo en nuestro día a día. Con el cariño que prodiga un padre a un hijo que está aprendiendo a tomar sus propias decisiones, Dios nos regala un consejo impagable a la hora de encarar el futuro: obedezcamos su voluntad y atendamos a sus consejos, los cuales hallamos en las Escrituras, porque así las cosas nos irán bien, sobre todo en el ámbito de lo espiritual y de lo ético. Si acatamos de buen gusto las directivas de Dios, si buscamos cada mañana sus misericordias, y agradecemos su fidelidad cada noche, no cabe duda de que la vitalidad interior será el don que el Espíritu Santo desarrollará en nosotros, y todos apreciarán como una joya colgada de nuestro cuello, nuestro estilo de vida dedicado a cumplir con los designios divinos. Portando en nuestro ser la necesidad imperiosa de velar por el acatamiento de lo que Dios quiere que hagamos y digamos, solamente nos traerá gracia, favor y admiración de parte de aquellos que todavía no viven según el temor de Dios.
  1. LOS BENEFICIOS DE UN AÑO BAJO EL TEMOR DE DIOS
Y es que, vivir cada día del año tomados de la mano de Dios devengará en una serie de beneficios que aumentarán nuestra salud física y nuestro bienestar mental, afectivo y espiritual: “Entonces andarás por tu camino confiadamente y tu pie no tropezará. Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás y tu sueño será grato. No tendrás temor de un pavor repentino ni de la ruina de los impíos, cuando llegue, porque Jehová será tu confianza: él evitará que tu pie quede atrapado.” (vv. 23-26)
No entendería que nadie quisiera algo así en su vida. Imaginaos por un instante, un año en el que poder vivir sin preocupaciones ni sobresaltos, sin temores ni miedos a lo que pueda pasar en el día de mañana. Andar por el mundo con la seguridad y la certeza de que Dios es el que marca las pautas, el que va delante de ti quitando cualquier tropiezo, obstáculo o barrera. Transitar por esta realidad con la sensación inconfundible de que, en compañía del Todopoderoso, no hay nada ni nadie que te pueda toser, que te ponga pegas insolubles, que te amargue el día. Imagínate poder dormir a pierna suelta, sin remordimientos de conciencia, profunda y deliciosamente hasta que la luz del amanecer te despierte, y te levantes como un resorte para disfrutar de una nueva oportunidad que Dios pone a tu alcance. Soñar sin temor a las pesadillas, sin miedo al insomnio que causan las cuitas y las preocupaciones, sin la desagradable impresión de que, cuando alboree, todas las cosas buenas y felices desaparezcan como en un espejismo.
Imagínate no estar siempre alerta mientras esperas a que alguien te traicione, te engañe o te trate mal. Qué maravilloso sería pasar por la vida sin tener que prestar atención a las habladurías, los reproches y las críticas mordaces. Qué increíble sería no tener que emplear tiempo y desvelos a la expectativa de que el mal y la desgracia se instalen sobre nosotros como un nubarrón grisáceo que nos persigue. Imagínate que, aunque los malvados y los perversos quieran cebarse en ti, Dios te conceda la defensa contra sus asechanzas. Que, aunque te busquen las cosquillas, intenten destruirte y hacerte fracasar, el Señor evite caer en sus trampas y en sus garras. Si pides a Dios sabiduría de lo alto podrás despertar cada mañana con la confianza plena puesta en Él, y así completar una nueva jornada llena de bendiciones y alegría. Pero, si decides caminar tu camino a tu manera, sabes que los tropezones, las caídas, el temor, los terrores nocturnos, la manía persecutoria, la inseguridad, la ruina y los problemas, serán el pan de cada uno de tus días.
  1. INDICACIONES PARA CONVIVIR EN EL AÑO NUEVO
Conociendo los beneficios que brotan de una vida entregada a la obediencia y a vivir delante del temor de Dios, el Señor, que nos conoce a la perfección en cada uno de nuestros pasos, quiere que traslademos esa paz y esa confianza espirituales a episodios prácticos y sociales: “Si tienes poder para hacer el bien, no te rehúses a hacérselo a quien lo necesite; no digas a tu prójimo: “Vete, vuelve de nuevo, mañana te daré”, cuando tengas contigo qué darle. No intentes hacer daño a tu prójimo que vive confiado junto a ti. No pleitees sin razón con nadie, a no ser que te hayan agraviado. No envidies al hombre injusto ni escojas ninguno de sus caminos.” (vv. 27-30)
En este año que está a punto de nacer nos vamos a topar con multitud de situaciones y coyunturas en las que vamos a entablar conversaciones, diálogos, relaciones y conexiones con otras personas, bien sean ya conocidas o bien sean desconocidas, y debemos reflejar con nuestros actos, palabras y actitudes que tememos y obedecemos a Dios. Seguro que en este año te vas a encontrar con personas que tienen una necesidad concreta y que van a pedirte que les hagas un favor. La sensatez que ha de presidir nuestro carácter nos dicta que, si tienes los medios y los recursos suficientes con que puedas paliar la necesidad de alguien, y es verdad que esa persona es alguien menesteroso, y no un sinvergüenza o aprovechado, que haberlos, hay los, entonces, en virtud de quién eres en Cristo, has de proporcionar a esa persona lo que en ese instante te pida. Decir a alguien que vuelva mañana para darle lo que podías haberle dado hoy, no es ni más ni menos que el signo de que Dios no es soberano y señor de tu vida, y que prefieres retraer tu mano de socorrer al más desfavorecido. No lo hagas, sobre todo, porque no querrás que cuando te llegue a ti el trago dramático de una crisis, te hagan exactamente lo mismo.
Del mismo modo, en este año no debes dar cabida a la traición de aquellos que confían en ti. No estamos hablando de una broma de peor o mejor gusto en la que pillas desprevenido a tu amigo, familiar o compañero y le cuelas un cubito de hielo por la espalda. Estamos hablando sobre cuidar de los tuyos, sobre proteger tu amistad, sobre vivir coherentemente con tu fe en Dios, sobre amar y dejar ser amado, sobre cultivar una comunión fraternal con tus hermanos y hermanas en la fe que promueva la armonía en la congregación de los santos. No existe peor impresión y experiencia en la vida que mirar con ojos sorprendidos y desconcertados como alguien te pega una puñalada trapera por la espalda. ¿Recordáis alguna vivencia en la que fuisteis objeto de la alevosía de alguien al cual creíais de vuestra parte? ¿Verdad que no fue plato de vuestro agrado? Con la turbia y desasosegante imagen de algo que nos sucedió a nosotros en el pasado, debemos optar por amar, mimar y atender a quienes recorren el mismo camino junto a nosotros.
Seríamos unos inocentones si pensáramos que durante el devenir de este nuevo ejercicio no tendremos conflictos, roces y encontronazos con otras personas. Es inevitable a veces chocar con los intereses de otros individuos, o que el prójimo quiera herirnos y fastidiarnos por a saber qué motivos. ¿Qué hacer en estos casos? La sabiduría de Dios nos aconseja que no nos metamos en camisas de once varas tomando la iniciativa, a menos que el problema nos lo haya causado un tercero. Si existe causa, litiga para reclamar tus derechos y para recuperar lo que era tuyo y se te arrebató. Pero si no es así, si el remedio es peor que la enfermedad, contente, porque por desear meterse en berenjenales por nimiedades, cosas triviales y diferencias de criterio subjetivo, podemos despeñarnos por el acantilado de los pleitos interminables, del desgaste continuo de nuestro testimonio, y de las polémicas sin fin.
El último consejo que consigna el escritor de Proverbios para conducirnos en este nuevo año con prudencia y sabiduría de lo alto, es que, por muy tentadora que sea la idea de querer obtener lo mismo que logran los corruptos, los mentirosos, los depravados y los engañadores, debemos huir de imitar tales conductas y planteamientos deshonrosos. Llegará un momento en nuestro año que viene en el que seremos testigos de cómo los que perpetran crímenes contra la humanidad y la sociedad se van de rositas con la andorga llena de parné, de cómo los más abyectos delincuentes consiguen la libertad sin tener que renunciar al botín de sus maldades, de cómo los sinvergüenzas se forran a costa del sudor de los humildes, de cómo los superficiales “influencers” de turno se enriquecen sin prácticamente pegar un palo al agua. Y se nos pasará por la mente que, si ellos lo hacen y no les pasa factura su mal proceder, ¿por qué no intentarlo nosotros y así mejorar nuestro panorama económico, social y financiero? Es cierto que nos revienta constatar que existe un grupo cada vez más numeroso de “aprovechateguis” y de individuos sin escrúpulos que no dudan en lograr sus fines sin importarles los medios que deban emplear. La vida no es justa, al menos no en esta dimensión de la realidad. Pero eso no significa que tengamos que envidiar o codiciar lo que otros tienen, sabiendo que Dios cubre cada una de nuestras necesidades de forma perfecta y abundante. Vive desde el contentamiento en este próximo año, y que lo que los demás tengan o dejen de tener no condicionen tu fe en la provisión del Altísimo.
  1. DOS MANERAS DE VIVIR EN EL AÑO NUEVO
El tiempo pone a cada cual en su lugar. Esto es lo que podemos extraer de la serie de contrastes que dan por finalizado este capítulo de Proverbios: “Porque Jehová abomina al perverso; su comunión íntima es con los justos. La maldición de Jehová está en la casa del malvado, pero bendice la morada de los justos. Ciertamente él escarnece a los escarnecedores y da gracia a los humildes. Los sabios heredan la honra, pero los necios cargan con su ignominia.” (vv. 32-35) Aunque, como dijimos anteriormente, la vida no es justa, hemos de entender que la vida no es simplemente el intervalo que abarca desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. La existencia se inicia en nuestro natalicio, por supuesto, pero nuestra alma inmortal traspasará las puertas de la parca para dar comienzo a una nueva etapa con dos destinos que aguardan a todo ser humano. Estos contrastes que presenta Salomón nos ayudan a entender las dos clases de vida que el ser humano puede vivir, y los pros y contras que ambas existencias poseen.
Por un lado, los perversos, los malvados, los escarnecedores y los necios, son aquellos que siguen su camino a su manera, contando únicamente con su criterio limitado, prejuicioso, egocéntrico y entenebrecido por el pecado. Su anhelo es gozarse en prácticas perversas, abominables y deleznables; es disfrutar cometiendo males a diestro y siniestro, ideando planes de odio y violencia contra su prójimo, urdiendo maneras de destruir a los demás para conseguir sus fines. Su propósito en la vida es burlarse de los creyentes, de su fe y de su esperanza, insultando con sorna a aquellos que han escogido ser temerosos de Dios; es tomar decisiones empapadas de orgullo y desdén hacia el resto de sus semejantes. La recompensa a su oscura y miserable manera de vivir es ser rechazados y vomitados por Dios, es tener que ver cómo sus hogares y familias son destrozados y arruinados por su talante maledicente y malevolente. Su galardón para este año que está despuntando ya, es caer en desgracia delante de todos los hombres y tener que mostrar bien visible el estigma de sus desvaríos y errores descomunales.
Por otro lado, tenemos a los justos, a los humildes y a los sabios, personas que han escogido no mirar ni a izquierda ni a derecha, que han elegido vivir obedientemente desde el temor y la sabiduría de Dios. Son personas que tratan a los demás como quisieran ser tratados ellos, que buscan juiciosamente la equidad y el derecho, que no se muestran soberbios ni altivos con sus semejantes. Persiguen ser sabios, no en su propia opinión, sino según la ciencia y el discernimiento que solo Dios sabe dar por medio de su Espíritu Santo. No buscan el conocimiento para demostrar a todos el alcance de sus capacidades intelectuales, sino que pretenden ponerse al servicio de la humanidad desde el amor y la misericordia que Dios derrama sobre ellos de continuo. Sus sendas los llevará, en este nuevo año, a profundizar en su comunión y relación con Dios, a reforzar los lazos afectivos y el bienestar de su hogar, a hacer resplandecer sobre sus hijos la luz de un testimonio fiel y firme basado en la transformación espiritual constante que la santificación del Espíritu Santo provoca en nosotros, a encontrar en sus vecinos, amigos y familiares una imagen sintonizada con el ejemplo y modelo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
CONCLUSIÓN
¿Podéis ver el gran contraste que existe entre el camino de los malvados y el de los que guardan los mandamientos de Dios? ¿Deseas ir por la vida como vaca sin cencerro, echando por la borda un año que promete grandes cosas al que desea aprovecharlo y disfrutarlo desde la voluntad de Dios? ¿O preferirás empezar a navegar por cada día de este nuevo año con esperanza, confianza y favor de Dios? Considera el fin de cada modelo de persona, y medita en ello antes de que concluya el viejo año.
Ruega al Señor que este nuevo año sea un año en el que tu relación con Él sea mucho más estrecha e íntima, mucho más profunda y estimulante, y verás cómo en cada jornada la bendición inacabable de Dios te recibirá con una gran sonrisa que te durará las veinticuatro horas.

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