SOMOS IGLESIA
SERIE DE
ESTUDIOS SOBRE 1 TIMOTEO “SOMOS IGLESIA”
TEXTO
BÍBLICO: 1 TIMOTEO 3:15
INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos
de iglesia muchas ideas vienen a nuestra mente. Si pudiésemos definir la
iglesia desde su amplitud universal, ésta sería la comunidad de todos los
auténticos creyentes en Cristo de todos los tiempos. Si acudiésemos a nuestros
estatutos como iglesia evangélica bautista local, encontraríamos el siguiente concepto:
“Dios, según las enseñanzas de las
Sagradas Escrituras, ha hecho todos los redimidos por su Hijo Jesucristo,
miembros de su iglesia. Reflejo de esta iglesia única y universal es la
congregación de cristianos en el ámbito de la iglesia local con el triple
propósito básico de rendir culto a Dios, edificarse mutuamente en la común fe
de su Señor y proclamar el evangelio.” La iglesia es para todo creyente
cristiano que se precie en serlo el elemento nuclear de la adoración
comunitaria, el centro de nuestra devoción y alimentación espiritual, y el
entorno ideal para crecer y madurar espiritualmente unidos. No se concibe la
profesión individual cristiana en aislamiento, apelando a la socorrida frase de
“cada uno en su casa, y Dios en la de
todos.” No podemos pensar en ser hijos de Dios sin formar parte de una
familia espiritual que nos acoge, nos enseña, nos guía y nos desarrolla como
nuevas criaturas en Cristo Jesús, Señor nuestro. Aquel que escoge vivir a su
aire y sin responsabilidades ni compromisos la fe cristiana, tarde o temprano
se sentirá solo y necesitado del calor fraternal y del culto de adoración
comunitario a Dios.
Dentro de
nuestras iglesias tenemos constancia de que existen distintas percepciones de
cómo debería ser la iglesia, de que hay diferentes ópticas en cuanto a la
dirección que ésta debe tomar para ser relevante en nuestra sociedad, y de que
forman parte de ella miembros comprometidos, miembros descontentos o
insatisfechos, y personas que se desconectaron de la iglesia por equis razones.
En la trayectoria histórica de la iglesia local siempre ha habido vaivenes y
altibajos anímicos, pero la esencia fundamental de la iglesia nunca ha dejado
de ser la que es, aún a pesar de divisiones, conflictos, disparidad de
criterios y partidismos. Y eso es porque la iglesia no es nuestra. La comunidad
de fe no nos pertenece. Podemos hacer cuánto queramos con el edificio, con los
bancos o con el púlpito, pero la iglesia no deja de ser. La iglesia es
propiedad de Dios y agencia del Reino de los cielos, y eso ningún ser humano
podrá impedirlo. Pastores van y vienen, personas entran y salen, pero la
iglesia del Señor permanece para siempre, hasta que ésta, como novia sin mancha
ni arruga, contraiga matrimonio con el novio que es Cristo en su segunda venida.
Preguntemos a los miembros más ancianos y de mayor trayectoria espiritual sobre
lo que sienten en sus corazones cuando se habla de iglesia, y veremos cómo ésta
adquiere una dimensión mucho más reveladora para nuestra razón de ser.
Estos estudios
sobre 1 Timoteo, que se refieren principalmente a los consejos pastorales y
paternales de Pablo a un jovencísimo pastor de una iglesia altamente
conflictiva como era la de Éfeso, llamado Timoteo, nos deben acercar a la
mismísima raíz y propósito de lo que debe ser una iglesia desde la idea
primigenia de Jesús, desde el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés,
y desde la soberanía de Dios Padre. No importa si eres un miembro de iglesia
que vive y muere por ella, que trabaja incansablemente por que ésta funcione
como un reloj suizo, y que no deja de asistir a sus reuniones con gozo y
fervorosa devoción, no importa si eres un miembro insatisfecho o descontento
que se muestra crítico por cómo van las cosas, o que cree que otra manera de
entender la iglesia es más positiva y pura, y que no se esconde cuando se le
pide su ayuda y su punto de vista, no importa si estás desconectado o casi
desconectado de la iglesia por razones que tú solo conoces y que estimas que
son justificación suficiente como para dejar de formar parte del cuerpo de
Cristo local para vivir tu fe sin responsabilidades fraternales ni liturgias
comunitarias, ésta serie de estudios es para ti. Es un conjunto de reflexiones
bíblicas en torno a la iglesia, a sus carencias y a sus virtudes, a sus dones y
a sus trifulcas, a sus aciertos y a sus errores, porque seguro que ya lo has
descubierto: la iglesia está formada por seres humanos que se equivocan, que
meten la pata, que aman y que se preocupan los unos por los otros, por lo que
la congregación de los santos no es perfecta hasta que Cristo nos llame a su
presencia para reunirnos con la iglesia universal en los cielos. Mientras
tanto, con una mezcla de santos y pecadores, la iglesia debe seguir su andadura
en este plano terrenal, para ser sal y luz a nuestra ciudad, a nuestros vecinos
y a nuestra sociedad.
A. AUTORÍA
1 Timoteo junto
con las epístolas de 2 Timoteo y Tito, son encuadradas dentro de lo que los
estudiosos bíblicos llaman las epístolas pastorales. Estas cartas, escritas por
el apóstol Pablo, están dirigidas en un tono paternal y asesor, a dos de sus
más queridos hijos en la fe: Timoteo y Tito. Tanto el uno como el otro habían
asumido el rol pastoral en dos comunidades cristianas fundadas por Pablo;
Timoteo se ocupó de la iglesia en Éfeso y Tito se responsabilizó de la
congregación en Creta. 1 Timoteo 1:1-2
deja muy claro el destinatario de esta carta: “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y
del Señor Jesucristo nuestra esperanza, a Timoteo, verdadero hijo en la fe:
Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro
Señor.” La autoría de Pablo de esta carta no es discutida, e incluso muchos
padres apostólicos de siglos posteriores como Ignacio, Policarpo y Clemente de
Roma en el s. II, Orígenes, Clemente de Alejandría y Tertuliano en el s. III, o
Eusebio en el s. IV. Además, se halla en la lista de escritos autoritativos y
apostólicos en el Canon de Muratori de finales del s. II. Estas tres epístolas,
a su vez, son las únicas misivas que Pablo envió a personas individuales y no a
iglesias, junto con la carta que también manda a Filemón, otro de sus más
queridos amigos.
B.
CONTENIDO
Básicamente, 1
Timoteo es una carta que expresa el grado de intimidad y confianza que existía
entre Pablo y Timoteo, un colaborador asociado, amigo e hijo espiritual, al que
tenía una estima muy grande. La vasta mayoría de eruditos neotestamentarios
reconocen que esta carta posiblemente fue elaborada durante los últimos años
del ministerio del apóstol de los gentiles, y recoge desde la experiencia
propia, y desde los informes recabados por sus consiervos sobre la marcha de la
iglesia en Éfeso y el pastorado de Timoteo, las prácticas cotidianas de la vida
y organización eclesial propias de una comunidad de fe del primer siglo. Los
temas que trataremos y que trata esta epístola pastoral a Timoteo son entre
otros los siguientes: cómo se adoraba en el seno de la iglesia en términos
litúrgicos, cuáles eran los baremos y parámetros mediante los cuales se elegían
a los líderes de la comunidad de fe, la cualificación, requisitos y testimonio
personal del pastor de la grey, el ejercicio de la disciplina eclesial en casos
flagrantes de pecado dentro de la membresía, el papel de la mujer en el
ministerio eclesial, la acción social a viudas desamparadas que formaban parte
de la iglesia, el modo en el cual se administraban los recursos financieros
dentro de la comunidad de fe, la advertencia contra supuestos maestros y
profetas que querían hacer su agosto a costa de los hermanos de la congregación,
y el trato de asuntos doctrinales relacionados con la Palabra de Dios, la
soteriología y la cristología.
C.
DATACIÓN
En cuanto a los
tiempos en los que se escribe esta carta, casi todos los investigadores
bíblicos la ubican en la salida de su primer encarcelamiento romano, tras el
cual Pablo continuó revisitando las iglesias en las que ya había realizado su
tarea apostólica de enseñanza y predicación, entre las que se hallaba la
iglesia en Éfeso. En su determinación por alcanzar Macedonia, Pablo considera
la necesidad de dejar atrás a Timoteo para que se haga cargo de la tarea
pastoral y así trate con autoridad determinados asuntos que están complicando
la convivencia y autenticidad doctrinal de la dinámica eclesial en Éfeso: “Como te rogué que te quedases en Éfeso,
cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente
doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que
acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te
encargo ahora.” (1 Timoteo 1:3-4) Una vez ya establecido en Macedonia,
Pablo encarga a algunos de sus colaboradores que hagan llegar a su querido
Timoteo las instrucciones oportunas para dirimir conflictos internos y
gestionar con la ayuda de Dios todos aquellos temas que hacen peligrar la
comunión y unanimidad de la congregación efesia.
D. DESTINATARIO
Pero, ¿quién era
Timoteo? ¿Qué clase de persona se encontraba al timón de la iglesia en Éfeso?
Por el tratamiento que recibe de Pablo, se calcula que era un varón
treintañero, y de padre gentil o griego y madre judía, tal como se nos reseña
en Hechos 16:11: “Después (Pablo) llegó
a Derbe y a Listra; y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo,
hijo de una mujer judía creyente, pero de padre griego.” Desde su más
tierna juventud se convierte en un asistente fiel en los viajes misioneros del
apóstol Pablo, dadas las referencias que hallamos en los siguientes pasajes
bíblicos: “Por lo cual, no pudiendo
soportarlo más, acordamos quedarnos solos en Atenas, y enviamos a Timoteo nuestro
hermano, servidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo, para
confirmaros y exhortaros respecto a vuestra fe… Pero cuando Timoteo volvió de
vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que
siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a
vosotros, por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción
fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe.” (1 Tesalonicenses
3:1-2, 6-7); “Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y
fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que
enseño en todas partes y en todas las iglesias.” (1 Corintios 4:17); “Y si
llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la
obra del Señor, así como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino
encaminadle en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.” (1
Corintios 16:10-11); “Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para
que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno
tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque
todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los
méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio. Así
que a éste espero enviaros, luego que yo vea cómo van mis asuntos; y confío en
el Señor que yo también iré pronto a vosotros.” (Filipenses 2:19-24)
A lo largo de
los estudios sobre esta epístola, profundizaremos en su talante pastoral, en su
personalidad y ánimo, en sus puntos fuertes y en sus talones de Aquiles, en sus
luces y sombras, como ser humano sujeto a debilidades y dudas. Sin embargo,
esta misiva de amor y consejería que con tanto mimo y acierto envía Pablo a su
hijo espiritual Timoteo, nos ayudará a valorar nuestra identidad como iglesia,
nuestra misión como ente evangelizador, nuestra dirección como cuerpo cuya
cabeza es Cristo, y nuestra visión de lo que debe caracterizar una iglesia
saludable y que persigue ser santa como Dios es santo. 1 Timoteo 3:15 es el versículo clave sobre el que orbita todo
cuanto sucede, se dice y se practica en la comunidad de fe cristiana de todas
las edades y siglos: “Para que, si
tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del
Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.” Pablo, sujeto a la
voluntad de Dios y a su deseo de extender el evangelio por toda Europa, quiere
compartir su sabiduría y autoridad pastoral con Timoteo, a fin de que, mediante
sus instrucciones escritas, pueda servir con equilibrio y discernimiento en la
iglesia de Éfeso, adquiera la habilidad de enseñar con tino y decisión la sana
doctrina, la cual algunos trataban de tergiversar para lograr sus propios
intereses egoístas. La iglesia debía, con la dirección y saber hacer de
Timoteo, ser una luz de verdad y vida eterna en medio de una ciudad como la de
Éfeso, un núcleo de población entregado a la idolatría y el paganismo más
acendrados.
CONCLUSIÓN
Por supuesto,
hemos de actualizar y contextualizar determinados aspectos de la vida en
comunidad con el fin de responder con coherencia y sensatez a los retos que nos
propone nuestra cultura, pero esto no debe llevarnos a la supuestamente
positiva creatividad, mediante la cual se despoje a la iglesia de su sentido
original y genuino con el fin engañoso de poner en valor el humanismo y el
antropocentrismo, mientras se arrincona la Palabra de Dios y el
cristocentrismo, marcas indelebles e irrenunciables de una iglesia comprometida
con la misión y el Reino de los cielos. Por eso, nuestro propósito con el
recorrido interpretativo y doctrinal que nos propone esta carta, es el de que
todos los que somos, fuimos y seremos miembros de esta iglesia local entendamos
que solo Cristo la gobierna, la limpia, la redime y la salva en virtud de su
gracia derramada en la cruz del Calvario.
El desafío sigue
siendo el mismo que Pablo estableció para Timoteo, que tú y yo sepamos cómo
conducirnos en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad. Tú y yo somos iglesia, pero lo somos por la gracia
inmerecida de Dios para bendición de las naciones y para testimonio en nuestra
amada y estimada ciudad de Carlet. Sé iglesia. Seamos iglesia.
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