EL BAUTISMO DE LA VIDA


 

SERMÓN DE CULTO DE BAUTISMOS 

TEXTO BÍBLICO: ROMANOS 6:3-5 

INTRODUCCIÓN 

        El acto que nos reúne en esta mañana no es un acto cualquiera. En el contexto de nuestra libertad de decisión y de confesión que presuntamente avala nuestro estado español, hoy podemos congregarnos sin coacciones ni amenazas para ser testigos directos de una transformación personal, visualizada a través del bautismo por inmersión. Algunos de aquellos que nos visitan sentirán a buen seguro una cierta curiosidad en relación a este acontecimiento tan especial para aquellos que han escogido seguir a Jesús de forma más comprometida y fiel. A diferencia de la cultura católica romana, nosotros como evangélicos bautistas, no bautizamos a niños pequeños, carentes de criterio y capacidad decisoria propia. No imponemos desde el nacimiento una adscripción religiosa concreta, dado que creemos firmemente que cada ser humano, en el momento en el que adquiera la posibilidad de pensar por sí mismo y de tomar sus propias decisiones, ha de tomar su propio camino y ha de responder de forma voluntaria si quiere o no ser discípulo de Cristo. Así, expresando el respeto al libre albedrío de cada persona, solamente bautizamos a individuos adultos, los cuales, sin coacción ni presiones de ningún tipo, desean vincularse de por vida en el seguimiento de las enseñanzas de Cristo, en la obediencia a las leyes de Dios, y en la progresiva renovación interior que ha de llevar a cabo el Espíritu Santo en ellos. 

       A diferencia también del catolicismo, el bautismo del que van a participar nuestras hermanas Emma y Elvira, no limpia los pecados ni otorga una gracia salvífica real. El bautismo, según los parámetros del Nuevo Testamento, es simplemente una declaración pública de la fe que se deposita en la persona y obra de Cristo. Es manifestar ante amigos, familiares y hermanos espirituales que deja atrás una vida gobernada por el egoísmo, por la esclavitud del pecado y por el caos que provoca Satanás en cualquier ser humano que puebla la tierra. Es demostrar que se está dispuesto a vivir buscando la voluntad de Dios, perfecta, sabia y buena, amando a su prójimo como a sí mismo, y a Dios por encima de cualquier otra cosa. Es entrar triunfalmente por las puertas del Reino de los cielos de la mano de Cristo, comenzando a formar parte de una gran familia de creyentes de todo el mundo. Es renunciar a vivir para sí mismo para vivir para Dios y para los demás. Bautizarse es la confirmación de que el Espíritu Santo ya habita en su corazón para siempre. Por lo tanto, Emma y Elvira dejan atrás cualquier pesada carga que hayan llevado a causa de las malas decisiones del pasado, porque la han depositado en manos de un Dios perdonador y restaurador. 

1. UN BAUTISMO DE VIDA 

      Pablo, uno de los apóstoles de Cristo que mejor entendía esta realidad espiritual que marca indeleblemente la existencia del creyente, señala lo que significa participar del bautismo con una pregunta retórica de gran calado y profundidad: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (v. 3) Todos aquellos que, siendo personas adultas en diferentes etapas de nuestro desarrollo madurativo, escogimos seguir tras las pisadas de Jesús, y que pedimos ser bautizados a la iglesia en la que lo llegamos a conocer personal e íntimamente, reconocemos y confesamos sin ambages ni temor que, si hemos tomado esta decisión, lo hemos hecho con toda la intención de vivir para Cristo y en Cristo. Deseamos vivir como él vivió, hablar como él habló, comportarnos con los demás como él lo hizo, y obedecer a Dios como él hizo también. Nos identificamos con él, con todas las enseñanzas que dejó en las mentes y corazones de aquellos que luego las pusieron por escrito en los evangelios. Y sobre todas las cosas, recordamos al mundo que el hecho de su muerte en la cruz ha sido el elemento diferencial que ha cambiado nuestras prioridades y perspectivas en la vida. Su sacrificio de amor por cada uno de nosotros nos ha señalado el camino del perdón, de la paz interior, de la misericordia y de la auténtica alegría. 

2. UNA NUEVA VIDA 

      Al sumergir por completo en el agua del bautisterio a Emma y a Elvira queremos transmitir una idea muy clara que también Pablo puso negro sobre blanco en su momento: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (v. 4) Al sepultar simbólicamente a Emma y Elvira en el agua del bautismo, estamos asumiendo una nueva identidad en Cristo. Dejamos de ser quiénes fuimos en nuestros errores, en nuestros defectos y en nuestras actitudes negativas para con Dios y el resto del mundo, y nos levantamos liberados de las ataduras de nuestro antiguo yo, mezquino, rencoroso, insolidario, rebelde. Resucitamos a una nueva vida, ponemos el cuentakilómetros a cero para conducirnos por este mundo con otra cosmovisión más abierta, más llena de amor, más limpia y más responsable. Resucitamos erradicando de nuestro ser cualquier ánimo por perjudicar a nuestro prójimo y por convertirnos en enemigos de Dios. En definitiva, nos elevamos hacia el cielo y la esperanza de alcanzar un día poder habitar para siempre al abrigo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Resucitamos porque antes estábamos moribundos y no lo sabíamos, porque respirábamos y latía nuestro corazón, pero un enorme vacío que nunca podíamos llenar con nada seguía martirizándonos y autodestruyéndonos. 

      Una nueva vida se abre ante aquellos que optan voluntaria y decisivamente por bautizarse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es un nuevo amanecer espiritual que poder contemplar con los ojos abiertos de par en par, con una sonrisa renovada y brillante en nuestro rostro al apreciar en su justa medida todo lo que Dios nos ha dado, nos está dando y nos continuará dando. No existe un modo más liberador en este mundo que dejar que sea Cristo el que nos guíe, nos ame y nos proteja. El pensamiento general de gran parte de la humanidad es autoengañarse mientras dice que ser libres es hacer lo que uno desee sin que nadie los controle. Se mienten a sí mismos, porque siguen estando encadenados a muchas cosas que los hacen ser quiénes no son, a determinadas modas y tendencias que los condicionan para ser lo que los demás quieren que sean, y a estructuras espirituales que los encandilan con promesas que no pueden cumplir para tratar de ser felices.  

       Sin embargo, vivir para Cristo y en Cristo solo requiere amor y fidelidad a él, y los beneficios liberadores que se deducen del seguimiento a Dios podemos corroborarlos cuando hablamos con Emma y con Elvira, así como con cualquiera de nosotros que ya tomamos la decisión en su día de ser amigos de Cristo e hijos de Dios. Bautizarse solo es el prólogo de toda una existencia, en la que, por supuesto, habrá luces y sombras, altibajos y adversidades, pero que seguirá adelante porque Jesús está con nosotros hasta el final del mundo. 

3. UNA RESURRECCIÓN 

      Con el bautismo que hoy hemos de celebrar, llenos de gozo y emoción, Emma y Elvira cumplen con la ordenanza que el mismo Jesús cumplió en el río Jordán más de dos mil años atrás en el tiempo. Quedará para la posteridad este instante cargado de simbolismo espiritual y de proclamación solemne, y formará parte del libro de la vida que Dios mismo escribe con letras doradas, y que será abierto en el día de su segunda venida. Y del mismo modo en el que Pablo expresó su más ardiente anhelo por disfrutar de la vida eterna, presente y venidera, diciendo que “si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (v. 5), así confiamos y aguardamos aquellos que hemos elegido vivir para Cristo que seremos resucitados tras terminar con nuestros días sobre la faz de esta tierra. El bautismo, por lo tanto, también nos ofrece la esperanza de la que carecen aquellos que mueren sin Dios, que volveremos a ver a nuestros seres queridos que nos precedieron en la manifestación de su fe por medio de la inmersión en las aguas del bautismo. ¡Qué gran significado recorre cada uno de los instantes de este acto tan entrañable y feliz!  

CONCLUSIÓN 

      Hoy certificaremos con nuestra presencia el paso más importante que puede dar una persona con respecto a su vida y en relación a Dios. ¿No querrás tú también, amigo que nos visitas en esta mañana, saber más acerca del Señor Jesucristo, sobre todo considerando que has podido constatar y ver el cambio obrado en el alma de Emma y Elvira? ¿No tienes curiosidad por saber qué se siente al depositar toda tu fe en Jesús, aquel que por amor murió por ti en la cruz para darte el perdón que necesitas hoy para tu vida? Los brazos de gracia y salvación de Cristo hoy están abiertos para ti. Toma una decisión en este día en favor de Cristo y sigue el ejemplo de Emma y de Elvira para que puedas recibir de Dios una nueva vida, una vida eterna. Nunca te arrepentirás de haber elegido seguir a Jesús.

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