PARANORMAL ACTIVITY
SERIE DE
SERMONES “EL LADO OSCURO: CONOCIENDO A NUESTRO ENEMIGO”
TEXTO
BÍBLICO: DEUTERONOMIO 18:9-14
INTRODUCCIÓN
El 14 de octubre
de 2007, hace ya diez años exactos, una película que mezclaba terror y suspense
a partes iguales aparece en las pantallas de todos los cines del mundo. El
título original de este film, escrita y dirigida por el israelí Oren Peli, y
que no fue adaptado al castellano, era Paranormal
Activity. Narrada desde la óptica de cámaras con sensor de movimiento
colocadas por toda la casa, lugar en el que se desarrollan los acontecimientos,
la trama se concentra en el caso de una familia aparentemente normal que sufre
los ataques de seres diabólicos. Podríamos decir que esta película es un
compendio bastante variado y exhaustivo de las prácticas y fenómenos
parapsicológicos que aparecen en otras muchas películas de terror y ciencia
ficción. En ella podemos contemplar episodios de violencia in crescendo por
parte de poltergeists, o espíritus morbosamente traviesos, que mueven o lanzan
objetos; limpiezas de malos espíritus con técnicas de quema de hierbas;
constancia de tratos y pactos con el demonio con el propósito de lograr algún
deseo personal; entrega sacrificial del hijo primogénito para pagar la deuda
contraída con el ente demoníaco; posesión diabólica, como no podía ser de otra
manera, y sus consiguientes tendencias homicidas y blasfemas; y un clásico del
siglo pasado, la tabla ouija con la que poder comunicarse con el ser de
ultratumba que les está haciendo la vida añicos.
Esta película, aun
con todos sus componentes sobrenaturales y ocultistas, se queda corta si la
comparamos con la realidad supersticiosa de la actualidad. Aunque muchos se
congratulan al considerar que vivimos en tiempos donde la ciencia y la razón
son capaces de explicar aquello que en tiempos pretéritos era inexplicable
desde el empirismo, lo cierto es que nuestra sociedad altamente tecnologizada
sigue cayendo en la credulidad e ignorancia más rancias y medievales. Es más
fácil creer en curanderos, adivinos de todo pelaje, horóscopos, amuletos, patas
de conejo y practicantes de movimientos new age, que en la Palabra de Dios viva
y eficaz. Es posible que mucha gente no encuentre respuestas a las preguntas
existenciales más profundas del alma cuando pone toda su confianza en la
ciencia y el saber matemático. Por eso, en su desesperación por encontrar
sentido a sus vidas y sus circunstancias, demasiadas personas realizan actos
absolutamente irracionales e impensables acudiendo a la cita de lo oscuro, lo
arcano y lo oculto.
1.
MOTIVOS
PARA PRACTICAR ACTIVIDADES PARANORMALES
Dos son las
pulsiones que motivan a las personas a arrimarse a tácticas relacionadas con
aspectos de lo desconocido y del inframundo. La primera es el deseo casi
universal que tiene el ser humano de conocer el futuro y su futuro. El ser
humano quisiera, de manera inconsciente e insensata, poder echar un buen
vistazo a lo que le va a pasar tanto a corto como a largo plazo. Son individuos
adictos a los horóscopos y a las cartas astrales, a la lectura de las líneas de
las manos, a lo que dicen las cartas del tarot, o a lo que la bola de cristal
le muestra. No se conforman con los pesares del hoy, sino que en su imprudencia
anhelan saber qué será de ellos desde lo que los astros y planetas le deparan.
Jesús ya nos habló de preocuparse en demasía por el mañana: “No os afanéis por el día de mañana, porque
el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34).
Si con un día ya vamos de cráneo por la vida, ¿qué podemos decir de saber
lo que sucederá sin que podamos hacer nada por evitarlo? ¿De qué nos sirve
conocer la hora de nuestra muerte y las circunstancias que la rodean? ¿No
causará todo esto mayor ansiedad y temor? Mejor hagamos caso de lo que Dios nos
promete en su Palabra: “Pero de día mandará el Señor su misericordia, y de
noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.” (Salmo
42:8).
La otra pulsión que
impulsa al ser humano a meterse en los berenjenales del espiritismo y el
ocultismo es el ansia por desentrañar los entresijos del más allá antes de
tiempo. La obsesión de muchas personas por los seres queridos que ya partieron,
les lleva a querer continuar su relación interrumpida por la muerte, acudiendo
a las artes maquiavélicas y artimañas de médiums e intermediarios espirituales,
o jugueteando con determinados ritos y ceremonias espiritistas como si de un
pasatiempo inofensivo se tratase. Estos ventrílocuos de pacotilla, charlatanes
y maestros del efectismo, embaucan a miles de personas con la promesa de poder
comunicarse con los fallecidos que, o bien todavía siguen vagando sin descanso
en una realidad paralela a la nuestra, o bien se hallan penando en limbos o
purgatorios inventados. Se aprovechan de los anhelos más profundos y emotivos
de sus víctimas, transformando su voz y presuntamente albergando en su cuerpo
el alma del difunto convocado. De este modo se pretende conocer el futuro, el
último deseo del finado, el consejo para una toma de decisiones o se logra la
compañía espiritual continua con la que apaciguar esa soledad que queda después
de la despedida final. Este inútil ejercicio solo logra mayor miseria personal,
y una frustración que no resuelve ni el dinero ni los fuegos de artificio que
tan diestramente manejan determinados granujas preternaturales.
2.
ADVERTENCIA
CONTRA LOS PRACTICANTES DE ACTIVIDADES PARANORMALES
Ante estas dos
motivaciones, las cuales son absolutamente irracionales, innecesarias, inútiles
y pecaminosas, la Palabra de Dios nos remite a las advertencias que Dios envía
por medio de Moisés al pueblo de Israel. Este pueblo, gobernado por Dios y
depositario de la revelación divina, va a desembarcar en medio de pueblos
paganos e idólatras en los cuales la adivinación, los pactos satánicos y las
hechicerías son el pan de cada día. Y lo que pudiera parecer una gran ventaja
para Israel, como era haber podido contemplar la mano poderosa de Dios de
maneras increíbles y formidables en su peregrinaje a la Tierra Prometida, ahora
se antoja algo despreciable y desdeñable. Dios es sumamente claro en su
exhortación: “Cuando entres a la tierra
que el Señor tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de
aquellas naciones.” (v. 9). Creo que Dios es bastante cristalino y rotundo
en su mandamiento. Sabía perfectamente por donde iban los tiros del corazón
humano que se mezcla y diluye en conjunción con otras culturas y civilizaciones
con tendencias trascendentales completamente distintas. ¿Tenía Dios razones
para conminar a su pueblo a apartarse de las aberrantes prácticas paganas de
sus vecinos territoriales? Si leemos la historia de Israel, Dios las tenía
todas.
Ese refrán que dice
“donde fueres, haz lo que vieres”,
no encaja con el plan de Dios para su pueblo. Del mismo modo que no lo hizo en
el pasado, no debe hacerlo en el presente de su iglesia. Somos bombardeados
diariamente con prácticas que se relacionan con la muerte, con la adoración de
ídolos, y con presuntas fiestas inocentes o aceptadas socialmente que enturbian
nuestro testimonio para con los demás. Apartémonos de actos o eventos que no
nos edifican y que solo glorifican el mal, el caos, y el pecado, porque no son
más que herramientas que nuestro enemigo más acérrimo prepara para
avergonzarnos y someternos a la voluntad de una mayoría incrédula de lo
cristiano y crédula de lo oculto y prohibido.
Dios enumera a
continuación todas aquellas prácticas que le asquean y le provocan el vómito: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su
hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni
sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte
a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas
cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante
de ti.” (vv. 10-12) ¿Conoces a alguien que case a la perfección con estos
perfiles abominables? Pasar a los hijos por el fuego era una ceremonia de
dedicación a un dios en particular, encomendándolos a su protección y poder.
Algunos adoradores de estos dioses mudos y ciegos, como los del dios Moloc,
incluso depositaban a sus primogénitos en los brazos incandescentes de la
imagen divina como un sacrificio que les reportaba prosperidad y fecundidad
futuras. Los adivinos profesionales pretendían vislumbrar el futuro más
inmediato por medio de sacudir flechas, consultar a idolillos de metal, madera
o piedra, o sacrificar a un animal, generalmente un ave, para leer su hígado
aún caliente entre sus manos (Ezequiel
21:21).
Los agoreros
afirmaban que podían conocer los tiempos y las sazones leyendo las señales de
los cielos, de las nubes y del vuelo de las aves. Otros, como los hechiceros,
los encantadores y los magos, utilizaban brebajes, filtros, encantamientos,
sortilegios y pócimas para supuestamente sanar enfermedades, lograr
enamoramientos o someter voluntades. Por último, los consultores de muertos,
como la bruja de Endor que mostró al presunto espíritu de Samuel al
esquizofrénico Saúl, se dedicaban a hablar en nombre de los difuntos con voces
de ultratumba imbuidas del espíritu de Pitón, perfeccionadas con el arte de la
ventriloquía. Nada de esto nos suena en la actualidad, ¿verdad?
Dios considera
todas estas actividades paranormales una abominación. La palabra abominación
significa “condenar y maldecir a alguien
o algo por considerarlo malo o perjudicial.” Dios condena y maldice a los
perpetradores de estas acciones porque atentan flagrantemente contra el
bienestar y el beneficio del ser humano, y contra la dependencia esencial que
el ser humano debe tener de Él. La reacción de un Dios santo que aborrece el
pecado que abunda en estas actividades paranormales, es la de la expulsión, la
condenación y el juicio. Sabedores de que existen prácticas que contravienen la
voluntad de Dios para nuestras vidas, y conocedores de lo que implica la
santidad de Dios y su celo por su propia gloria, no nos acoplemos y adaptemos a
lo que el mundo dice que es correcto, legítimo y deseable en términos
parapsicológicos. De otro modo, no esperemos que las cosas nos vayan bien
cuando acudamos a solicitar los servicios de curanderos, horoscoperos, adivinos
y médiums, sino todo lo contrario. Cuando nos involucramos en este mundo de
horrores y esclavitud que es el mundo de lo demoníaco y oculto, las
consecuencias pueden llegar a ser fatídicas y realmente trágicas.
3.
ALTERNATIVA
DE SANTIDAD Y VERDAD A LAS ACTIVIDADES PARANORMALES
El mandato del
Señor al respecto de este tema ignoto y tenebroso que sigue siendo tan actual
como siempre es que persigamos la santidad y la verdad por encima de todas las
cosas: “Perfecto serás delante de Jehová
tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen;
mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.” (vv. 13-14). En nuestra
diaria presentación delante de Dios, la perfección es la meta, la santificación
es el camino que lleva a ese objetivo, y la revelación bíblica es el arma de
doble filo que blandir cuando las huestes demoniacas se atrevan a enfrentarse a
nosotros. Si caminamos en santidad, sometiéndonos en el día a día al Señor,
buscando su voluntad en todo, e imitamos el carácter de Cristo creciendo cada
vez más en madurez y discernimiento espiritual, el mundo de lo oculto nada nos
habrá de interesar. Nuestra realidad es una realidad de luz y no de tinieblas.
Es una realidad de vida y no de muerte. Es una realidad divina y no diabólica.
Nuestra relación con actividades paranormales es la siguiente: “Desechemos, pues, las obras de las tinieblas,
y vistámonos las armas de la luz.” (Romanos 13:12); “No os unáis en yugo
desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo
con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre
el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios
viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y
ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos,
dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros
por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” (2
Corintios 6:14-17).
Todas las
maquinaciones de Satanás, las cuales llevan a cabo personas de dudosa o nula
pretensión de hacer el bien, las cuales se lucran a costa de lo desconocido y
de las ansias enfermizas del ser humano, solo llevan a la mentira y a la
decepción. Satanás puede dar poder de hacer señales a sus acólitos y
discípulos, pero todas y cada una de ellas son espejismos espirituales que
atrapan cada vez más el alma del que las procura practicar, y que se burlan de
la ignorancia supina del corazón vacilante del ser humano: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay
quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y
entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu
de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo
advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios
mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto
no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un
poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos
los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2
Tesalonicenses 2:7-12) Escuchar y aceptar lo que viene de estos
constructores de patrañas y chantajes emocionales es aceptar y escuchar la
mentira en su máxima expresión.
CONCLUSIÓN
Este no es
nuestro camino, ya que fuimos liberados por Cristo de las ataduras de la muerte
y la falsedad, haciendo caso de lo que nos aconseja el apóstol Pablo: “Y no participéis en las obras infructuosas
de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar
de lo que ellos hacen en secreto.” (Efesios 5:11). No olvides quién eres en
Cristo y no sucumbas ante la tentación de participar de actividades
paranormales: “Porque todos vosotros
sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas…
Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la
coraza de la fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no
nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro
Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que
durmamos, vivamos juntamente con él.” (1 Tesalonicenses 5:5, 8-9)
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